El año que viene se van a cumplir 200 años de la revolución de mayo, fecha elegida mas o menos arbitrariamente para fijar el "nacimiento" de un país que no fue tal hasta 1853, o mejor dicho hasta 1862.
Al cumplirse los primeros cien años -como bien recordó hoy Luis- y con menos de 50 años de funcionar con instituciones relativamentes sólidas, la Argentina estaba entre las primeras economías del mundo y tenía uno de los mejores ingresos per cápita. Ahora somos este país postrado, que no creo que merezca ni siquiera saludar como propio aquel 25 de mayo en que se defendía el ideal de libertad y progreso.
Pero ojo. En 1851 estábamos igual, postrados en una barrial de supuesta dignidad, separados del mundo, peleados con todos los vecinos, patoteados por los políticos con poder, las provincias pisoteadas, la cultura oprimida por lo vulgar. Y hubo un 1852, un Caseros, y un Urquiza.
Puede repetirse el proceso. El asunto es no quedarse esperando de brazos cruzados, porque esa vez, hasta Sarmiento y su ego enorme se arremangó, se puso las botas, y caminó con el Ejército Grande.
Se puede.
Feliz día de esa Patria, para los que todavía creen.
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