9 de mayo de 2009

How the wind blows

Lo que se presenta como un supuesto 'contacto directo con la gente', pasando por encima de la manipulación de los medios de comunicación, se trata en realidad de una excusa para multiplicar la creación de medios estatales y paraestatales, y la radicalización del viejo truco de cooptar medios privados para que resulten canales confiables para el gobierno de turno.
Por ejemplo, cada emisión de Aló Presidente, el talk show maratónico de Hugo Chávez, tiene un costo de mercado estimado en un millón de dólares, por su duración y logística de producción.
Es decir que los gobiernos que supuestamente menos creen en la prensa son los que más dinero público invierten en medios.
En la Argentina, el PJ oficialista y el disidente desplegaron una batalla mediática millonaria.
Francisco de Narváez compró diarios, canales de radio y televisión, y hasta agencias de publicidad, para hacer 'nueva política', y su búnker de campaña parece más un call center que una unidad básica.
Lo mismo sucede con la cuantiosa inversión publicitaria del Gobierno, que incluye el reclutamiento de famosos.
No obstante, la reciente entrevista que Néstor Kirchner le concedió en exclusiva a Telefe para no anunciar su candidatura perdió en el rating minuto a minuto con una telenovela.
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La brecha entre representantes y representados se ensancha y no hay estrella invitada que alcance para cicatrizar esa herida.
No son los actores: lo que no funciona es el libreto.
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En la Justicia Electoral ya no saben qué incentivos y amenazas inventar para revertir la alarmante tendencia al ausentismo de los ciudadanos convocados como autoridades de mesa para las próximas elecciones.
Lo mismo les pasa a los partidos -a lo que queda de ellos- con la masa crítica de fiscales que necesitan para defender sus votos a la salida del cuarto oscuro y en el momento de contar las boletas: no consiguen voluntarios.

Crítica

Algo me dice que las cosas van a empeorar.

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