2 de junio de 2009

Condenados... pero al fracaso

Eran tiempos de la campaña presidencial del 2003.
Recuerdo que, en mi programa radial de entonces, entrevistaba al candidato Kirchner. ¿Por qué tiene la plata de Santa Cruz fuera del país?, le pregunté con tono de periodista incisivo y molesto.
'¿Y que quiere, que la traiga con este gobierno de Duhalde?', fue la respuesta sincera en forma de pregunta retórica.
Cuando el otro día escuchaba a mi querida Presidenta reprocharle al grupo Techint el haber depositado fuera del país los fondos cobrados por la primera expropiación del hermano bolivariano, me vino a la memoria aquél diálogo con su marido.
Ya le conté, desde esta columna que, gracias a muchas cosas, entre ellas la tendencia de nuestros gobiernos a solucionar los problemas del populismo fiscal atacando directa o indirectamente los derechos de propiedad, la economía argentina es bimonetaria.
El peso se usa para las transacciones y el ahorro de muy corto plazo, mientras que el dólar se usa para el ahorro de largo plazo,
Como, además, la experiencia con dólares depositados en el sistema financiero argentino no ha sido muy afortunada, los dólares del ahorro se depositan lo más lejos posible del alcance de las estafas sistemáticas.
Sea el colchón, el sistema bancario internacional, o algún otro escondite que cada uno inventa.
Como el ahorro voluntario de largo plazo se hace en dólares fuera de los bancos argentinos y el ahorro de largo plazo obligatorio en pesos acaba de ser confiscado a fines del año pasado (el fin de las AFJP), la Argentina carece de ahorro local de largo plazo.
Además, siendo una economía inflacionaria, con la indexación prohibida y los índices oficiales de precios manipulados, tampoco tenemos la posibilidad de tener crédito de largo plazo en moneda local, porque no se puede establecer una tasa de interés o una compensación razonable.
En síntesis, la Argentina es un país que vive sin ahorro y sin crédito de largo plazo.


Szewachnomics

Todo el mundo sabe que si eso no se soluciona, no hay posibilidad de crecimiento real, ni de acercarnos al desarrollo.
En realidad el problema es simple, y la solución está al alcance de cualquier gobierno medianamente normal, porque esto no es ideología, ni metafísica, ni nada estrambótico o alambicado, sino simplemente sentido común.
¡Glup!

1 comentario:

José Luis dijo...

¿Era Anatole France el que decía que el sentido común es el menos común de los sentidos?

JL