Salvo que Kirchner quiera derogar la ley de la oferta y la demanda, la realidad es que si la oferta de bienes crece más rápido que la demanda, los precios bajan.
Y si los precios bajan, el salario puede comprar más bienes.
Eso es lo que se conoce como mejora del salario real.
Cuando Kirchner ataca la iniciativa privada, por más que diga que lo hace a favor de los pobres, está condenando a la inmensa mayoría de la población a la pobreza y a la desocupación.
Las permanentes violaciones de Kirchner a los derechos de propiedad, su constante cambio en las reglas de juego y la imprevisibilidad de sus políticas conspiran contra la inversión y, por carácter transitivo, contra el bienestar de la gente.
Si Kirchner realmente quisiera defender a los pobres, debería establecer reglas de juego estables en el tiempo, respeto por los derechos de propiedad y un fuerte marco de competencia.
Puesto de otra manera, si Kirchner realmente estuviera luchando por los pobres tendría que hacer lo imposible para atraer inversiones que, llegado un punto, no tuvieran más remedio que pagar cada vez más a sus trabajadores para que no se los quite la competencia.
¿Cómo se logra esto?
Con lo dicho, respetando la propiedad privada, eliminando mercados cautivos para que las empresas tengan que competir, viendo al mundo como una oportunidad para colocar los bienes producidos en el país, reformando el Estado y bajando la carga impositiva para que las empresas sean competitivas, y no pidan un dólar alto para esconder esas ineficiencias detrás de un peso depreciado.
Roberto Cachanosky
Bueno, Roberto explicita verdades elementales que a esta altura del partido realmente es absurdo que alguien las cuestione, salvo la clase política de estas tierras de promisión.
Posiblemente un clima benigno y una excepcional disponibilidad de tierras fértiles hacen que aquí cualquier cosa sea posible.
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3 comentarios:
Parece increíble que exista un país en el que el gobierno mantenga a la gente en la pobreza para mejorar sus posibilidades de ganar elecciones. Sin embargo, esa es una de las reglas infalibles del populismo.
Y sí, Carlos, imaginate si a todos les fuera tan bien que para comprarles los votos tendrían que ponerse, por ejemplo, con una Ferrari por cabeza...
a mi también me gusto el artículo (lo repostee) por su sencillez y perseverancia. Admiro a la gente asi.
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