Para repeler la nueva oleada de adictos al 'Estado empresario', que hoy nos hablan sobre las infinitas bondades de contar con una "aerolínea de bandera", o defiende la necesidad de que el Anses dilapide nuestros ahorros en "salvar" empresas inviables o ineficientes (propósito que en general ni siquiera se logra), conviene leer este artículo de Antonio Margariti, en el que recuerda el caso Entel, y demuestra el daño que puede hacer un Estado, cuando cree ser más capaz que los individuos para generar bienestar.
Nuestros primos ya lo publicaron hace unos días, pero es importante que no quede nadie sin leerlo:
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Una cosa que le preguntaría a Pino Solanas (actual bufón del elenco bienpensante), es cuanto creció la red ferroviaria argentina mientras estuvo en manos de los "vampiros" ingleses, y cuanto lo hizo desde que el Mesías nos liberó de su "yugo" y la nacionalizó.
Los progresistas de última generación, intentan asociar la palabra mercado con capitalismo salvaje para poder denigrarlo. Señalan que su libre funcionamiento sólo sirve para impedir el derrame de riqueza hacia la sociedad. De allí deducen que el Estado -donde están atrincherados y bien forrados- sea el mítico ente que reemplace al mercado para redistribuir la renta con mayor justicia. Este es el credo oficial que la presidente Cristina de Kirchner recita en todas sus declamaciones públicas.
La progresía nunca menciona las deplorables intervenciones del Estado cuando intenta organizar la economía en base a empresas públicas o regulaciones absurdas. Los peores fracasos de nuestra historia económica se relacionan precisamente con ese “capitalismo estatal”:
La telefonía fue instalada en Argentina con 20 abonados iniciales, por la empresa franco-suiza Sociètè du Pantelephone de Loch en mayo de 1881 bajo la presidencia del Gral. Julio A. Roca. A los pocos años el grupo inglés The River Plate Telephone Union compró las acciones y pronto convirtió a nuestro país en uno de los primeros del mundo en poseer servicios telefónicos, antes que Canadá y Australia. Hacia 1929 los inversores británicos vendieron la empresa a la compañía americana ITT, cuyo primer director ejecutivo, C.S. Parker la manejó con un dinamismo extraordinario para esa época. Tenía a su cargo sólo 30 personas, y en pocos años consiguió instalar 600 mil aparatos.
Cuando accedió el peronismo al poder, el Estado intentó entrometerse en la Unión Telefónica, creando la EMTA (Empresa Mixta Telefónica Argentina) donde el estado tenía 51 %. Pero en 1948 se quedó con todo y la transformó en dependencia del Ministerio de Comunicaciones. Sucesivos gobiernos civiles y militares siguieron incrementando la dotación de personal de ENTEL y en 1983 llegó a un plantel inmanejable de 47.200 agentes efectivos y 780 contratados. La consecuencia era ineludible: el 85 % de las cobranzas se destinaban a pagar sueldos y no existían excedentes para invertir en la ampliación, mantenimiento y automatización de líneas.
La progresía nunca menciona las deplorables intervenciones del Estado cuando intenta organizar la economía en base a empresas públicas o regulaciones absurdas. Los peores fracasos de nuestra historia económica se relacionan precisamente con ese “capitalismo estatal”:
La telefonía fue instalada en Argentina con 20 abonados iniciales, por la empresa franco-suiza Sociètè du Pantelephone de Loch en mayo de 1881 bajo la presidencia del Gral. Julio A. Roca. A los pocos años el grupo inglés The River Plate Telephone Union compró las acciones y pronto convirtió a nuestro país en uno de los primeros del mundo en poseer servicios telefónicos, antes que Canadá y Australia. Hacia 1929 los inversores británicos vendieron la empresa a la compañía americana ITT, cuyo primer director ejecutivo, C.S. Parker la manejó con un dinamismo extraordinario para esa época. Tenía a su cargo sólo 30 personas, y en pocos años consiguió instalar 600 mil aparatos.
Cuando accedió el peronismo al poder, el Estado intentó entrometerse en la Unión Telefónica, creando la EMTA (Empresa Mixta Telefónica Argentina) donde el estado tenía 51 %. Pero en 1948 se quedó con todo y la transformó en dependencia del Ministerio de Comunicaciones. Sucesivos gobiernos civiles y militares siguieron incrementando la dotación de personal de ENTEL y en 1983 llegó a un plantel inmanejable de 47.200 agentes efectivos y 780 contratados. La consecuencia era ineludible: el 85 % de las cobranzas se destinaban a pagar sueldos y no existían excedentes para invertir en la ampliación, mantenimiento y automatización de líneas.
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Una cosa que le preguntaría a Pino Solanas (actual bufón del elenco bienpensante), es cuanto creció la red ferroviaria argentina mientras estuvo en manos de los "vampiros" ingleses, y cuanto lo hizo desde que el Mesías nos liberó de su "yugo" y la nacionalizó.
3 comentarios:
Gran artículo, justamente ahora estoy trascribiendo uno de Hans-Hermann Hoppe sobre lña falacia de los bienes y servicios "públicos".
Ud. no me lee: I shall do it for your own good
jajajaja, no, la verdad que no lo había visto!!! Pero bueno, lo importante -como dije en el post- es que no quede nadie sin leerlo!
By the way, le confieso Raquel que esas fotos "difusas" me descolocan un poco. Preferiría algo más concreto, tangible, contundente, llamativo, directo.
Besos múltiples,
Gral.
P.D.: Ud. no lo lee a Rothbard!!!
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