1 de julio de 2009

La ruina de las Misiones


A propósito del desafío de ayer:

Una de las fantasías mas difundidas en las cabezas argentinas es que el país fue siempre el de hoy. Con las mismas fronteras, la misma gente, la misma actividad económica, y a la luz de lo que cuentan ciertos seudohistoriadores mediáticos, con los mismos políticos.

La verdad de la milanesa es que en 1810 cuando se rompió el orden virreynal no había prácticamente fronteras definidas, y la obstinación porteña de llevar su “nuevo orden” a los cabildos del interior a sangre y fuego no hizo mucho para que la delimitación fuera pacífica.

Claramente consecuencia de la revolución de mayo, se distancia Montevideo –pero no la campaña oriental- y directamente se cortan vínculos con el Paraguay, que después de sacudirle el polvo a la Expedición Auxiliadora decide abroquelarse para no caer en las disputas del futuro país vecino.

La cuestión es que la zona de Las Misones, llamadas así genéricamente, quedaban en una indefinición respecto a quién pertenecían. Comprendiendo una veintena de pueblos activos, con varios miles de habitantes, le interesaban a Gaspar Rodríguez de Francia para sumarlas al territorio controlado desde Asunción. Los guaraníes, mientras tanto se encolumnaban atrás de su jefe indígena, Andrés Artigas que a su vez seguía fielmente a su padrino don José Gervasio, quien además estaba ferozmente enfrentado con el dictador Francia (*).

Abandonados por Buenos Aires, sin abastecimientos, y sólo alimentados por el fuego independentista que les había insuflado Artigas, los guaraníes resistieron lo que pudieron a dos ejércitos organizados: los portugueses, que veían en la eliminación de las Misiones una manera de cortarle abastecimientos y territorio a su rival en el control de la Provincia Cisplatina, y el paraguayo que lisa y llanamente quería anexionar el territorio de los pueblos guaraníes.

Para 1817 las poblaciones establecidas sobre el Paraná-Paraguay fueron ocupadas por los paraguayos, que saquearon todo lo que encontraron de valor. Y los del río Uruguay, fueron arrasadas por los portugueses, que a pesar de insistir en que no tenían interés en el territorio, no dudaron en quemar, bombardear, e incluso incendiar templos con toda la población refugiada en el interior. Hermandad latinoamericana, desde los inicios. "Desde entonces, las misiones occidentales son un desierto poblado de ruinas" dijo Mitre.

Por algún motivo, el final del proyecto de pueblos nativos creados por los jesuitas hoy no lo cuenta nadie, ni siquiera por los que les encanta contar el exterminio indígena a manos de Roca.

(*) Dictador era el cargo oficial. Dictador Perpétuo, para mas datos.

6 comentarios:

Bugman dijo...

¡Cacho de cultura!

Victor dijo...

En parte acerté. Los Bandeirantes dije.

Beto dijo...

Buen post.

No solo no cuentan el final tampoco quieren contar el principio.

Jesuitas creando poblaciones indigeneas que progresaban a base de trabajo y educacion......peligroso.

Jorge dijo...

muy bueno!

perogruyo dijo...

Hacia 1850 éramos(?) aprox. 1 millón. Y la gran mayoría, pobres.

¿Se imaginan?

Victor dijo...

Los Brasileros, después de que BA se les diera bandera libre a cambio de que se fueran de Montevideo. "el puerto es mio, mio y solo mio"