La escena nacional ha deparado ninguna sorpresa y varias confirmaciones: el gobierno no termina de salir del mal sueño de la derrota electoral del 28 de junio.
Se mueve por espasmos y sumido en un mar de contradicciones, siempre condenado a los malhumores del habitante de Olivos.
El diálogo político que con tanta pompa ensayó Cristina Fernández, para poner en marcha una de sus premisas, que es la de empezar ella también a tomar distancias de las formas irascibles y escasamente democráticas de su esposo, tiene perfil más de naufragio que de otra cosa.
No parece sino una foto más de las tantas que, en el pasado, nunca llegaron a nada, mal que pese a los entusiasmos iniciales de una oposición que, por si fuera poco, todavía no termina de articularse, sumida en eternos tironeos de poder.
¿Cómo pretender que algo salga bien, cuando Kirchner se encarga, desde su covacha, de que todo salga mal?
De su boca salieron los vetos para el intento de conceder a la oposición algunos acuerdos de los que llevaron a la mesa de Aníbal Fernández y Florencio Randazzo.
La orden es que todo pase en formato de apuntes a manos de Cristina.
Ahí morirán.
Eugenio Paillet
Mientras tanto, el peronismo profundo -aliviado al comprobar que el atraso, la pobreza y la indigencia gozan de buena salud- se prepara para lo que se viene: una imprescindible visita al taller, una 'chapa y pintura' que le asegure poder seguir haciendo de las suyas en esta tierra de promisión.
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3 comentarios:
Dancing in the Titanic
Caption: ¿Por donde se sopla? En eso soy buena
Dancing in the casco oxidado en el Riachuelo más bien.
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