Líneas Talmúdicas

El emperador dijo a Rabbán Gamliel: El texto [sal 147,4] dice 'Él cuenta el número de las estrellas', y eso ¿qué tiene de particular? también yo puedo contar las estrellas.
Entonces Rabbán Gamliel trajo algunos membrillos, los puso en un canasto y, al mismo tiempo que los iba moviendo, dijo al emperador: Cuéntalos.
-Mantenlos quietos un momento, le pidió.
Rabbán Gamliel acontestó: Es que también el firmamento se mueve así.
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En el tratado de Brajot 32b, el Talmud registra en el nombre de Rabí Shimon ben Lakish que hay más o menos 10 elevado a la potencia de 18 estrellas en el universo.
Las estrellas están agrupadas en grupos de miles de millones, las que a su vez están reunidas en grupos, las cuales por su parte forman grupos más grandes.
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En el Tratado de Berajot 58b el Talmud dice:
Cómo son las Jimha (plyades). Dijo Shmuel: como cien estrellas [la conforman]. Hay quienes dicen que están concentradas y muy cercanas unas de otras, pero hay quienes opinan que están dispersas.
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En agosto, cuando se produce el ocaso crepuscular de la constelación de Virgo, mientras surge perpendicularmente por el horizonte norte la Vía Láctea, se pueden ver caer estrellas a tierra.
Entonces las mujeres celebran ceremonias de solicitud de embarazo: se bañan en aguas naturales o bailan alrededor de los árboles de los bosques considerados sagrados, en la creencia que esas aguas o que las copas de esos árboles contienen las almas de los que han alcanzado la inmortalidad como 'semillas de vida', depositadas allí tras caer a la Tierra esa lluvia de estrellas.
Y las 'semillas de vida' quedan flotando en las aguas, o se depositan en las copas de los árboles en esas noches.
Uno de esos días es precisamente en el ocaso de la constelación de Virgo, cuando caen a la Tierra la lluvia de estrellas, las Perseidas, que dejan en esos lugares su preciosa carga.
Pero esa carga es totalmente espiritual, absolutamente intangible. [Nozrei ha-Brit]
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Porque en épocas arcaicas existía la firme creencia que las mujeres tenían hijos siendo 'parthenii' o sea 'vírgenes', y así se desligaba la sexualidad de la reproducción, que en realidad se creía asexuada, siendo que se suponía que la madre sola creaba al niño.
Y si en estas mitologías se creía que la Diosa tenía hijos sin necesidad del varón, era porque se pensaba que ella se autofecundaba, que era hermafrodita.
La Diosa era Padre y Madre, un ser autónomo que se autoconcebía, se procreaba, se engendraba a sí misma, se reproducía asexualmente.
Pero estas Diosas de los panteones politeístas si bien eran consideradas Madres Vírgenes, también tenían relaciones sexuales promiscuas, eran infieles a sus esposos divinos y tenían innumerables amantes, símbolo de la total libertad sexual femenina propia de las sociedades matriarcales, e incluso podían entregarse a los mortales si lo deseaban.
Existieron en un principio mujeres hebreas que representaban a estos fantásticos seres en la Tierra.
Estas mujeres actuaban de profetisas, juezas, ministras y presidían los templos más arcaicos, donde juzgaban proféticamente, castigaban o perdonaban a los acusados, y participaban activamente en los cultos sagrados. [Nozrei ha-Brit]

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Sólo conocemos a algunas de quienes fueron sus sucesoras, como Deborath, que juzgaba en Efraim entre Ramá y Betel; Bath-Kol, la 'Hija de la Voz' en 'Monte de reunión'; Jezabel; Noadías, la pitonisa de Endor; Jolda, en Jerusalem; Jakin, en el Templo de Salomón; Hyldan; Bohaz; Ana y Beruria, entre tantas otras.
Claro que la sociedad patriarcal hebrea, que dominó la cultura autóctona matriarcal cananea, cambió todo, y los profetas se dedicaron a reprobar a las diosas, eliminaron el principio femenino del panteón, y no permitieron a la mujer desempeñar la función sacerdotal, ni entrar en el recinto del Templo.
Y además, como si fuera poco, pusieron en práctica una orden ominosa: 'No dejarás con vida a la hechicera'. [Ex 22,17]
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