5 de septiembre de 2009

Antiguos rituales


La llamada 'ceremonia de la henna' -lel hinne- forma parte de los rituales de fertilidad que se realizan en la víspera de una boda, ya sea en la mikvêh o en la casa de la novia, y en su conjunto integran un ceremonial algo complejo que varía según las comunidades judías, y obviamente también en muchas otras culturas antiguas.
La palabra hebrea para Henna [חינה]-hinnâ,hina,jiná- corresponde a un pacto entre Di-s y la novia.
Las letras de la palabra hebrea se relacionan los tres mandamientos a los que están obligadas las mujeres, con la adición del nombre de Dios-het, por jalá, yod, por HaKadosh Baruj Hu, monja, para niddah, y je, para la iluminación de las velas de Shabat.
La henna se hace de las hojas de la Kofer, un pequeño arbusto o árbol ornamental con flores perfumadas que crece en Egipto, India y África del Norte.
Las hojas secas de henna se muelen y se sumergen en agua -así toman el color rojo- y son luego cocidas agregando jugo de limón y aceite, hasta lograr una pasta espesa.
La pasta se coloca en el centro de una bandeja decorada con hojas verdes y velas.
Después que la novia se ha sumergido en la mikvêh, su madre enciende las velas, y es el momento de danzar moviendo las caderas.
La bandeja iluminada con las velas se pasa de mano en mano.
Durante todo el tiempo las mujeres cantan y bailan.
La bandeja se levanta sobre la cabeza de la mujer elegida, y con la pasta se pinta un círculo en las manos de la novia, aunque hay otros diseños.
En el centro del círculo se coloca un caramelo azul.
La henna -demás está decirlo- mancha la piel durante muchos días.
Bueno, cuando está seca, la henna simboliza a la mujer virgen que en realidad todavía no es verdaderamente mujer.
Con el agua y el calor, se transforma en henna roja, que es el símbolo de la mujer fértil llena de vida.
El proceso de transformación que experimenta la henna es idéntico a lo que sucede con el cuerpo de la novia en la mikvêh.
Ella llega desde la casa de su madre 'verde' -inmadura- y después de la inmersión en el agua caliente, se convierte en 'roja', o sea madura.
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Según una superstición muy arraigada de las mujeres judías, los demonios nos acechan en los momentos de transición, cuando somos más débiles y sensibles.
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Varda Polak-Sahm, en Cámara de los Secretos, una mirada al interior de la mikvêh, y sus rituales.

El arte de adornar las manos y los pies con Henna se llama mehndi, y su origen se pierde en la noche de los tiempos.
En la India los diseños de los adornos son muy elaborados, a veces sumamente intrincados, y a mí me parecen verdaderas obras de arte.
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Bueno, como todo el mundo sabe, la imagen que sigue es 'Judith' de Boticcelli, que evoca magistralmente a la bella y valiente mujer judía que decapitó a Holofernes.
Y viene al caso porque la plantita que tiene en la mano Judith no es (como muchos creen) una rama de olivo: es una henna.

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