GAZA CITY (AFP) – High above the pot-holed streets, donkey carts and militant graffiti that have come to define the besieged Gaza Strip sits Rosy, the territory's only spa and a refuge for its unlikely upper crust.
The spa's luxurious setting and its upscale clientele stand in stark contrast to the poverty gripping the war-battered Palestinian territory of 1.5 million people, the vast majority of whom rely on foreign aid.
'We have the highest quality services in the region', says Mohammed Faris, who launched the spa with his British wife in 1999.
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El spa y los restaurantes lujosos son frecuentados por los funcionarios de las Naciones Unidas, los grupos de los Derechos Humanos, y los periodistas europeos y americanos ladri-progresistas que se cruzan desde Eretz Israel para escribir notas antisemitas.
Y también, obvio, por la clase dirigente del gobierno de Hamas.
Es que más de la mitad del presupuesto de Hamas -que proviene en su mayor parte de los aportes de los contribuyentes occidentales- es acaparado por estos crápulas.
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1 comentario:
ONU: La hipocresía institucionalizada.
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