16 de septiembre de 2009

Samizdat

El dictador necesita la adulación.
Precisa como el aire que las voces que se oigan sean sólo elogios.
Le es absolutamente imprescindible que ninguna voz discordante sea oída.
Entiende que la masa no necesita pensar, ni opinar. Con absorber mansamente los datos del éxito voceados por sus esbirros a la masa -cree- le es suficiente.

Podrá haber ley de medios, gracias a la inoperancia de una oposición complaciente, al servilismo de los que se adhieren a cualquier iniciativa que suene a anticapitalismo, a la sumisión de empresarios a los que sólo les interesa la pauta.

Pero no va a desaparecer la opinión disidente. Por lo menos, desde esta minúscula trinchera, o las que se abran para reemplazarla.

2 comentarios:

José Luis dijo...

Estirando un poco la metáfora marcial, diría que tampoco faltarán los que vengamos a esta trinchera a por una vista del frente de batalla diferente del cuadro idílico de playa y palmeras que nos mientan.

JL

Klaus Pieslinger dijo...

Gran Hermano quiere que además lo amen.