26 de septiembre de 2009

Slow motion


Sin embargo, había que esperar un recalentamiento social.
La inflación acumulada de los últimos tres años fue, según cálculos conservadores, del 55%.
Entiéndase: los ciudadanos que viven de la asistencia social tuvieron un recorte del 55% en sus ingresos.
La desocupación hoy está en el 14%.
La pobreza, en más del 30%, cualquiera que fuere la fuente a la que se recurra.
La Argentina está en recesión: la venta de acero en el mercado local se redujo a la mitad en un año, y el consumo de gasoil -acaso el mejor indicador del nivel de actividad- cayó el 9%, comparado con 2008, año en que el campo estuvo paralizado varios meses.
A estos indicadores hay que agregar la crisis fiscal que atraviesa la administración en todos sus niveles.
En muchos municipios bonaerenses ya no se entregan bolsas de comida.
Apenas se pagan los sueldos, escalonados.
La provincia está quebrada, mientras Daniel Scioli habla de candidaturas y trata de evitar que Néstor Kirchner lo reemplace por Alberto Balestrini (en cualquier momento, Scioli se pone el sombrero texano de Zelaya).
Este paisaje socioeconómico encuentra a los líderes piqueteros convertidos en funcionarios.
El segmento más sumergido de la sociedad carece de representación en la política y aquel que se proponía contenerlo, gracias al subsidio estatal, acaba de caer en las elecciones, derrotado por un empresario sin partido.
Kirchner aparece, para los desamparados, como una solución cada día más borrosa.
El panorama parece hecho a la medida de los afiebrados documentos que circulan por las organizaciones de ultraizquierda, diagnósticos que suelen detectar situaciones prerrevolucionarias hasta en los embotellamientos de tránsito.
Esas corrientes confirman en los diarios todas sus presunciones: la degradación social hace juego con un ministro de Economía ansioso por acordar con el maldito FMI.
Los Kirchner miran este nuevo mundo azorados.
Se habían preparado para llegar al 2011 repitiendo el mantra de la distribución del ingreso y rivalizando con la 'derecha'.
Es decir, con Duhalde, Macri, De Narváez, Reutemann o Cobos.
Pero no se entrenaron para un conflicto con la izquierda.
Las tomas de fábricas y los cortes de rutas los sorprenden sin estrategias ni discurso, consternados.
Una angustia comprensible.
En el bazar de la política se pueden encontrar los más variados objetos.
Menos, una receta 'progre' para reprimir.

La Nación

Bueno, creo que después de la cita que reproduce el comentario N° 37 de la nota no hay mucho que agregar:

'Juro a la patria y a mis compañeros que si a las tres de la tarde del día de mañana el virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por las ventanas de la fortaleza'.

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano , 24 de mayo de 1810.
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1 comentario:

Klaus Pieslinger dijo...

Ya Perón había coqueteado con la izquierda mientras creyó que le convenía; y ya sabemos cómo terminó. Ellos se van a enterar ahora.