27 de octubre de 2009

Te conozco naranjo


Bueno, lo que sigue es una historia que seguramente la conoce todo el mundo, con la que una vez -hace mucho- Fabiana supo hacer un formidable post:

En un convento vivía una monjita muy pero muy devota de Cristo.
Un carpintero, que de vez en cuando les arreglaba los muebles, siempre la observaba conmovido por su extraordinaria fe.
Motivado por esa admiración, y con la mejor de las intenciones, derribó un naranjo que crecía muy lozano en el patio del convento, aserró el tronco, y luego de un año de duro trabajo talló con el cincel un Cristo casi perfecto, para que la monjita le rezara.
Entusiasmado con la obra de arte que había hecho con sus propias manos, finalmente fue al convento y se lo entregó a la devota mujer.
La monja, luego de mirarlo un ratito, le preguntó intrigada: ¿Qué es ésto?
El carpintero, un poco confundido, le respondió que era un Cristo que él había hecho del naranjo que estaba en el patio, y que se lo regalaba por la admiración a su devoción y por el amor puro que sentía por ella.
...
La monja entonces dulcemente le pidió disculpas, y le dijo: 'Nunca podré rezarle a este Cristo'.
El carpintero le preguntó angustiado: ¿Por qué hermanita?
...
La monja le respondió con una voz extrañamente suave: 'Porque a éste lo conozco naranjo'.
...
Este post viene por la expresión, que recién leí en un post de Louis, en El Opinador.
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Bueno, estoy llorando, tengo miedo, y estoy segura que eso es bueno, así que los dejo en paz.
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2 comentarios:

Klaus Pieslinger dijo...

Tranquila, van a estar bien.

BlogBis dijo...

Dios juega a los dados y los tira donde no los podemos ver.
Y se rie. Seguramente se rie, porque caiga lo que caiga, a El le da lo mismo.

Somos nosotros los que tenemos que darle sentido a esos dados