Y por casa, cómo andamos? (bis)

Entras por la puerta de la consulta y el psiquiatra ya lo sabe -coge, para que vayas resolviendo en lo que estabilizamos el tratamiento: imipramina con trifluoperazina- te toca el antidepresivo nacional.
Pocos escapan: meprobamato, nitrazepam, amitriptilina, metilfenidato, fenobarbital, PV2 y los que tienen posibilidades, prozac.
Hay para todos los gustos, pastillas para olvidar, para no odiar, para dormir, para no dormir, para reír, para no soñar, para no pensar, para estar fuerte, para estar débil y para vivir permanentemente en el nirvana mental, análogo en cierta medida al nirvana estatal de nuestros dirigentes.
...
No pretendo hacer estadísticas, pero no conozco mujer de más de cuarenta años que viva sin el meprobamato o la trifluoperazina; entre los hombres la imipramina tiene más demanda, aunque el alcohol hace estragos.
Casualmente aquellos que trabajan por 300 o 400 pesos al mes, de ocho de la mañana a cinco de tarde, empujando con dolor la rueda enorme de la burocracia y la ineficiencia estatal, son los más adictos.
Una amiga de menos de treinta me dijo el otro día al llegar a mi casa:

- ¿No tendrás un meprobamato por ahí para relajarme antes de salir para la fiesta?
- Por supuesto que no, además en la fiesta hay traguitos, te relajarás.
- El meprobamato me relaja más.

Octavo Cerco

Bueno, el consumo de psicofármacos en la tierra de promisión es altísimo, y desde hace bastante tiempo supera al de países como Gran Bretaña, USA, Canadá, Francia, e incluso España.
Pero, por alguna razón, de eso no se habla.
.