3 de noviembre de 2009

Pintando un pueblo de rojo

Las reformas educativas se suceden y ya comienza a sospecharse que no es cuestión de contenidos de currículas sino que la crisis es más profunda y compleja. Los acontecimientos en Rivadavia, Mendoza, alientan esa especulación.

Una adolescente mendocina denunció haber sido abusada durante 1 hora libre, el miércoles 14/10 en la escuela Félix Pesce Scarso. Ella nunca denunció haber sido violada, sino abusada, y son conceptos bien diferentes.

En tanto, ha comenzado una persecución de la supuesta víctima porque estaría exagerando situaciones que sus supuestos agresores consideran habituales en la actividad educativa, que ocurren con la tolerancia de los docentes, que conocen los excesos pero que los juzgan "normales" para esa edad y estos tiempos.

La denunciante estaría cometiendo un pecado imperdonable: cuestionar esas prácticas y poner al borde de la expulsión al menos a 7 de 11 de sus compañeros, quienes perderían el año lectivo y, probablemente, su placidez juvenil.
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Si se confirmaran las sanciones, 7 estudiantes quedarán libres, y para impedirlo han contratado a Herrero, casi un imitador mendocino de Fernando Burlando.

El trabajo de Herrero es el de todo abogado: el culpable debe aparecer inocente y el inocente, culpable. La práctica jurídica acomete esos riesgos y permite esos excesos. Pero la responsabilidad del sistema legal es diferente, y debe encontrar otros parámetros.

Luego, la sociedad educativa mendocina aparece dividida, aunque la mayoría reclama que sea restituida la docente directora del establecimiento educativo, Adriana Beatriz Lauro de Chávez. Es una reivindicación gremial y también de los padres porque creen que así se garantizaría la normalidad, al retrotraerse la situación.
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Por estas horas nadie repara en algo que reconocieron los propios alumnos ante los medios de comunicación: que las frases obscenas y los juegos de contacto con contenido sexual son habituales en esa escuela, y aclaron que también en otros establecimientos educativos. Aparentemente, es parte de la supuesta normalidad.
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María Angélica Pesce, hija del profesor Félix Pesce Scarso, nombre de la escuela, se acercó hasta el establecimiento y dijo que “habría que crear una escuela de padres”, repartiendo responsabilidades también a los progenitores de los alumnos sobre la conducta de sus hijos.
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Los padres siguen promoviendo la protesta de sus hijos. Casi intentan ya un piquete escolar. Es probable que no solamente los jóvenes castigados deben regresar a clase, y es lógico preguntarse cómo, con padres que practican el exceso, puede exigirse mesura a los hijos en sus prácticas en horas de ocio.
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Pero el sistema educativo-sindical parece no entender esas cuestiones. Desde que los docentes mutaron en trabajadores docentes, mucho se perdió en los establecimientos de enseñanza. Por ejemplo, el equilibrio. También la creatividad. Y en especial, la responsabilidad.
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Edgar Mainhard

Creo que el final es cantado: todo volverá a la "normalidad" y la alumna "inadaptada" dejará ese colegio ante la presión colectiva de sus "pares".

Y el título de este post viene a cuento del video que enlacé este fin de semana.

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