30 de diciembre de 2009

Justicia montonera (cont)


La decisión del juez federal Conrado Bergesio, que ordenó dos allanamientos y secuestró material genético de los hijos de Ernestina Herrera de Noble, la directora del Grupo Clarín, parece ser autocontradictoria y nula.
La causa contra la madre adoptiva de Felipe y Marcela se inició en 2001, con una denuncia de Estela de Carlotto, la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, y en todos estos años, a pesar de las muchas diligencias investigativas que hizo el juez, jamás encontró rastro alguno de que Felipe y Marcela, de 33 años, fuesen hijos de desaparecidos.
Ayer, incluso, ambos se sometieron a un examen genético, en el Cuerpo Médico Forense, para comparar sus datos genéticos con dos familias que son querellantes.
Sin embargo, Abuelas, que cuenta con el apoyo del Poder Ejecutivo y la Secretaría de Derechos Humanos, pretende que se realice una nueva prueba, en el Hospital Durand, donde funciona el Banco Nacional de datos Genéticos que depende del Poder Ejecutivo, según una ley aprobada en noviembre a instancias del Gobierno.
Felipe y Marcela temen que sus datos sean manipulados con fines políticos.
El procedimiento realizado hoy por orden de Bergesio apuntó a obtener nuevo material genético: células que puedan estar en cepillos de dientes y prendas íntimas.

Por ahora, el juez no ordenó hacer ningún nuevo estudio, aunque llama la atención que el magistrado, cuando dictó este fallo, haya desconocido una sentencia firme de su superior, la Cámara Nacional de Casación Penal, que ordenó hacer el estudio genético en el Cuerpo Médico Forense, no en el Hospital Durand.

Adrián Ventura

Bueno, yo estoy segura que las víboras infames -gracias a los servicios- hace tiempo que consiguieron ilegalmente material genético de Felipe y de Marcela Noble, y que las muestras en el Durand están contaminadas y fraguadas.
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Obvio, el atropello y la capacidad de vejación del montonerato no conoce límites.
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Cualquier comparación del material genético de estas personas, en base a material obtenido compulsivamente por los repugnantes rateros de pelos y saliva que se prestaron a estos procedimientos violatorios de la dignidad humana, con una base de datos manejada a su antojo por las viejas asesinas, es insanablemente nula, de una nulidad absoluta e irreversible.
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Vuelvo entonces a lo que dijimos una vez en BlogBis:

Comprendo que lo que sigue a muchos habitantes de la ex-República Argentina les costará entenderlo, y que podrá parecerles algo extremadamente revolucionario, o incluso insólito, y seguramente una osadía absolutamente injustificable:
Mi ADN es mío.

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