Mucho tiempo tardó Sholem Aleijem en escribir su monólogo 'La olla', en el cual el narrador era una mujer quien, aparentemente de manera deshilvanada (como hablamos las mujeres), nos conduce a un final lógico: la injusticia ante la que se enfrenta una pobre viuda que teme que el rabino declare impura su única olla en la cual cocina el caldo de pollo para su hijo tuberculoso, debido a que la vecina salpicó de leche el horno que ambas emplean.
El papel de la mujer en la historia del pueblo judío, en un artículo muy interesante de Tzila Chelminsky, aquí.
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