1 de febrero de 2010

Adiviná quién tiene la culpa

Hubo un caso de malformación en un recién nacido -concebido meses después de la guerra- en un Hospital de Gaza, algo que sucede -lamentablemente- en todo el mundo.
La madre de la criatura se negó a recibirlo, y el nene finalmente murió.
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Pero la noticia, publicada por PalToday, incluye -por supuesto- la identificación del culpable, aunque aclaran que la entidad sionista no es responsable solamente de ese caso en particular, sino de todos los casos de malformaciones que se registren en el futuro.
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Obviamente se trata de Israel, que según ellos utilizó fósforo blanco en sus proyectiles, calumnia a la que alegremente se acopló El País, para no perder la costumbre y quedar bien con los buenistas que chapotean en las aguas turbias de lo políticamente correcto.
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Tzáhal ya lo negó infinidad de veces, pero no importa lo que diga o deje de decir.
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Teniendo en cuenta lo que está sucediendo, lamento sinceramente que Tzáhal no haya utilizado esa sustancia tan letal.
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Esta gentuza ya me tiene harta, así que yo les arrojaría toneladas, y a otra cosa mariposa.
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1 comentario:

Carlos dijo...

Raquel,

Por el afecto que siento por vos, por tu inteligencia, tu honestidad y porque no me gusta que queden dudas sobre lo que pienso, me permito hacer este comentario.

Siempre he defendido a Israel y condenado al antisemitismo ( abierto o disfrazado de otra cosa) con tanto entusiasmo y vigor que en varias oportunidades me preguntaron si era judío.

Ahora bien, como con los años aprendí que el fin no justifica el uso de cualquier medio, debo aclarar algunas cosas porque si no lo hiciera no estaría en paz con mi conciencia. Defender a un país no significa negar o hacer la vista gorda ante las ilegalidades que ese país comete. La cosa es bastante más sutil que la disyuntiva de fierro entre tolerar todo lo bueno o malo que hace Israel ( o EEUU, Gran Bretaña, Francia, etc. ) o ser un traidor. Yo ya estoy viejo para aceptar ese tipo de planteos. Los he aceptado en el pasado, pero no los acepto más. Si no tolero las burradas que hace mi país, tampoco tolero las que hacen los otros.

La realidad es que luego de negarlo durante muchos meses, el gobierno israelí terminó aceptando haber usado proyectiles de fósforo blanco en Gaza; primero dijo que solamente los había utilizado en campo abierto para formar cortinas de humo que protegieran a las fuerzas israelíes pero, finalmente, tuvo que reconocer que había usado esa clase de proyectiles en áreas pobladas con los consiguientes daños a la población. A raíz de eso, sancionó al Brigadier-General Eyal Eisenberg y el Coronel Ilan Malka como culpables -según The Times- “of exceeding their authority in a manner that jeopardised the lives of others”. Todos saben que esas “sanciones” son una farsa pero, por lo menos, son el reconocimiento que un país democrático hace de los “errores” cometidos.

Ayer vi noticieros de países europeos que hablaron abundantemente del tema y mostraron filmaciones de una claridad indiscutible. Me temo que la paranoia que tiñe las actitudes de muchos israelíes (empezando por su gobierno), más la de los lobbies que los apoyan (como el de los EEUU y los neocons), los pueden llevar a cometer errores de apreciación fatales para el país.

Con todo respeto por las opiniones de otras personas y sin ánimo de iniciar discusiones inconducentes, he expuesto cual es la mía.