(...) He comentado ya en otras oportunidades que, económicamente, el liberalismo, o mejor dicho, su aspecto económico, el capitalismo, siempre se impone por si mismo aun en regímenes tiránicos, los que siempre son estos últimos de corte colectivista; Recordemos que la misma URSS pudo sobrevivir durante las décadas que lo hizo, gracias a una fortísima economía subterránea, (también llamada informal o economía negra); que no era otra cosa que el capitalismo actuando en la clandestinidad, ya que toda práctica capitalista estaba negada en la URSS, así funcionan también el resto de los países de economías colectivizadas, tales como Cuba. Detrás de todo el enorme aparato de represión que significan aquellos regímenes comunistas, la economía capitalista sigue sobreviviendo, a duras penas y actuando, y esto es así porque donde desaparece la economía capitalista de inmediato aparece la miseria, el hambre y la aniquilación; si los cubanos de la isla aun sobreviven es porque esa economía capitalista clandestina los mantiene vivos como tantas veces han explicado los mejores economistas.
El problema es que mientras el capitalismo ha desarrollado sus propios mecanismos de supervivencia aun en las dictaduras y tiranías más atroces, el liberalismo (su brazo político) es fácilmente quitado del medio por los partidos colectivistas, incluso hasta en las democracias más sólidas, o que se tienen por tales. ¿A que se deben estos resultados aparentemente tan contradictorios? Como hemos explicado otras veces, a nuestro modo de ver, la gente naturalmente se comporta de acuerdo a los postulados de una economía capitalista; se puede decir que casi instintivamente, toda persona tiene una tendencia o una inclinación natural hacia el trabajo, el ahorro y la acumulación de capital, sepa o no que su conducta es típicamente capitalista, pero como generalmente no lo sabe o no es consciente de que actúa como un capitalista, su pensar suele ser socialista o socialdemócrata, por lo que, en tanto en su vida particular trabaja, ahorra y cuida de su propiedad privada, en su vida política como elector y como votante suele votar a partidos e ideas de izquierda, sin que el sujeto en cuestión advierta contradicción alguna, aunque la haya (y que la hay la hay). Esto da el paradójico espectáculo que domina casi todo el mundo; gente que se comporta y se conduce individuamente y en sus economías domésticas de acuerdo a los principios capitalistas (repitamos, sin que tengan conciencia de ello) en tanto que política y socialmente -y hasta se podría decir que filosóficamente en algunos casos-, se conducen como verdaderos socialistas o apoyan a socialistas u otra clase de colectivistas por el estilo. (...)
Gabriel Boragina
Una muy buena Carta de Lectores posteada hoy en El Informador Público.
Dado que estas Cartas de Lectores no tienen enlace propio, el texto completo está copiado en nuestro repositorio accesible con este link.
1 comentario:
Buenísimo!
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