(...) En los demás casos, tanto en el Ejército como en las otras fuerzas armadas, el control de las mismas lo ejerce Horacio Verbitsky. Éste fue agente de inteligencia del Ejército durante el gobierno de Juan Carlos Onganía y de la Fuerza Aérea en el Proceso de Reorganización Nacional, contratado por el entonces joven brigadier Basilio Lami Dozo por recomendación del "cadete" Juan José Güiraldes, quien lo introdujo como delator de los montoneros.
Verbitsky maneja como quiere a la "gorda Garré", que tiene dos registros del automotor otorgados por el gobierno de Menem. Una vez que consiguió estos regalos, se pasó al bordonismo, luego al chachismo y, cuando Álvarez renunció a la vicepresidencia, se quedó en el gobierno de la Alianza, en la Unidad Investigadora de la Amia, de donde fue echada por hablar disparates. Su expulsión fue un pedido de las instituciones de la colectividad judía.
Así es que Verbitsky y Garré, de sospechosas actuaciones durante el proceso, andaban vivitos y coleando por las calles de Buenos Aires entre el 76 y el 83. Ahora lideran la KGB del Stalin criollo, imitador del original que admira Diana Conti. Para cumplir su misión, montaron un Veraz de las Fuerzas Armadas y recientemente firmaron un convenio con el ex Ministro del interior de Héctor Cámpora, que le entregó arsenales policiales a los Montoneros días antes de la masacre del 20 de junio del 73, el actual Procurador General de la Nación, Esteban Righi. Por este convenio, la K.G.B. del Ministerio de Defensa tiene acceso directo a los expedientes judiciales que involucran a militares. Con tal de que no lo molesten y de que mantengan entretenida a la izquierda, Kirchner los deja hacer lo que quieran. La mesa chica de los comisarios políticos se extiende a Estela de Carlotto y Hebe de Bonafini, administradoras e inversoras de los cuantiosos fondos destinados por el Estado a los organismos de derechos humanos.
Guillermo Cherashny
13 de febrero de 2010
Los monjes negros
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