1 de febrero de 2010

Sorpresa



Me llevé una grata sorpresa viendo Luna de Avellaneda en la tele el sábado pasado.

Desde su estreno me había negado a verla. Me habían llegado algunas referencias de la historia que me despertaban el peor de mis presagios respecto a encontrarme una vez más con la orientación demagógica y populista que es bastante común en el cine argentino.

Sin embargo me sorprendió de buena manera ver que la película no sigue sobre el final el derrotero esperado y en los últimos minutos el film se salva bastante de caer en el peor (pero esperable) de los finales.

El enfrentamiento entre el idealismo y el pragmatismo encarnado en los discursos de Darín y Fanego no tiene la resolución que se esperaría en el cine nacional.

Más allá del estereotipo de los buenos y malos de siempre, la conclusión de la última escena, aunque un poco utópica, no deja de resaltar la libertad de elección del individuo, que es lo rescatable de la historia.

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