Cuando yo era niño, existía un juego que consistía en una serie de cartas temáticas. Había de aviones de transporte y combate, automóviles, barcos, tanques, y otras que no recuerdo. Cada carta tenía una foto y una serie de características sobre la máquina en cuestión (dimensiones, potencia, velocidad, armamento, peso, entre otras). El juego consistía en repartir las cartas (de una misma categoría) entre dos jugadores, y estos iban sacándolas en orden y según el turno, uno enunciaba lo que a su criterio fuera el mejor atributo de su vehículo y daba su valor, y el otro respondía con el valor correspondiente en su carta del mismo atributo, ganando el que tuviera la carta con el número más grande. Por ejemplo, Ferrari contra Ford Mustang, atributo velocidad máxima, ganaba Ferrari, y así. El que ganaba se quedaba con la carta del contrario y además elegía el atributo en la comparación siguiente. El juego terminaba cuando uno de los dos quedaba sin cartas.
Recuerdo haber tenido discusiones leguleyas sobre el valor relativo de cada ítem, no me parecía bien que un automóvil más pesado ganara frente al más liviano, o que un tanque-puente que no tenía armamento superara a todo un Sherman M4 simplemente porque era más largo. A mi criterio, se estaban comparando peras con manzanas, o si se quiere, manzanas verdes con manzanas rojas, usando el verdor como criterio de comparación. Recuerdo, también, que nunca gané una de esas discusiones.
Hoy no juego más al Tope & Quartet , pero me sigo sintiendo igual que en aquellos años cuando veo que al socialismo (o colectivismo, o como quiera llamarlo) se lo compara contra el capitalismo (o libre mercado, o liberalismo) poniendo en juego de un lado, sus intenciones, y del otro, sus resultados. Pero no sus mejores resultados (los avances tecnológicos, la mejora de la expectativa de vida, el avance de la medicina, la libertad) ni tampoco cualquier resultado, sino los que aparecen luego de alguna de las crisis más espectaculares. Por supuesto que tampoco se analiza si la crisis fue propia del sistema (por ejemplo, la reciente crisis de las hipotecas subprime, ¿hubiera existido si la administración Clinton no hubiera obligado a los bancos a prestarle a gente que no calificaba para un crédito ni disfrazada de mono?).
Así las cosas, buenas intenciones versus peores resultados, no hay manera de ganar. Vamos, no conozco mucha gente a la que no le guste que le digan que tiene derecho a ser feliz. Incluso en este punto los liberales saldrían perdidosos aunque se les concediera por un momento separarse de la realidad y exponer teorías y no hechos: ellos dirán que usted tiene derecho a buscar la felicidad, y eso lleva implícito que si no la encuentra, se tiene que hacer cargo. No me va a comparar.
De alguna manera el socialismo se ha ganado una categoría moral superior, un prestigio que a la luz de sus resultados es incomprensible. Si todo lo bueno, lo justo y lo sensible viene de la izquierda, y todo lo corrupto, ambicioso e inhumano de la derecha (y digo izquierda y derecha para simplificar, ustedes disculpen) entonces parece estar bien que no se les exijan los mismo diplomas.
Y además, cuando alguna voz contracorriente les pide una comparación justa, cuando se solicita que a cada poeta se le juzgue por sus mejores versos, salen con que esa bazofia con rima derrengada que pueden mostrar no es realmente su poesía. Si fracasó, no era socialismo, para dejarnos de metáforas.
Volviendo al ejemplo de las cartas, es como si un jugador no solo eligiera qué característica quiere poner en juego, sino que además eligiera contra qué la quiere comparar. Y se declarara ganador, porque sí.
16 comentarios:
Excelente, Bugman! No sabía que también posteabas acá. Y me acuerdo de esas cartas, qué manera de jugar con ellas!. gracias por el recuerdo.}
Saluti,
Muñeco (en route to Bolivia)
Diste en el clavo estimado Bugman, el desafio del liberalismo es derribar el aura se superioridad moral que se ha arrogado el socialismo, un gran trabajo sobre este tema es el que esta haciendo Stefan Molyneux con sus videos cortos didácticos y demoledores.
Cómo anda, Muñeco, gracias, sí, a veces escribo aquí, soy un caradura.
(Angola, Bolivia, ¿usted está haciendo el Che Guevara´s Tour?)
Martín, creo que la batalla cultural está perdida por unos cuantos años. Pero bueno, sigamos en la trinchera, no hay otra.
Me repiquetea en la cabeza Pino como próximo dueño del mazo.
Sine Metu, no dueño nunca, recuerde que la propiedad privada es un robo.
Sr. Bicho, su post ha sido muchísimo más didáctico que el juego en cuestión (al que recuerdo, mas nunca supe el nombre hasta hoy).
Ha dáu en el clavo.
Estimado Klaurbert, favor que me hace, muchas gracias. (Lo que no dije es que en el fondo todo se debe a que estoy resentido porque mis padres nunca me compraron las dichosas cartas,jugaba con las de mis amigos).
Klausbert, KlauSbert. Disculpe.
Two thumbs up por su post, Sr. Bugman.
Tha Smilin' Leprechaum, muchas gracias.
Muy buen post, Bugman.
Al juego no lo conozco; yo de niño jugaba al poquer con una que otra incursión por la taba que siempre da ese toque campero...
Carlos, ¡tahúr! Seguro que desplumaba a su amiguitos.
(Muchas gracias)
Ahora que me acuerdo yo he jugado a esto también.
Era una especie de piedra papel o tijera pero mas sofisticada. Siempre habia alguna característica de la carta que le ganaba a la otra.
Tope & Quartet, que memoria! Me acuerdo que el Camaro era una clavo. Durante mucho tiempo sabía la potencia, velocidad máxima y aceleración de casi todos los modelos.
Ah! el post muy bueno, pero es inútil. Los hombres sensibles son de izquierda. saludos
Sine Metu, no me va a comparar, esto era mucho más complejo, era piedra, papel, tijera, madera, ladrillo, rulemán y tornillo.
Victor, "bueno pero inútil", está resumiendo toda mi vida en una frase.
Hola! Hermoso lo que contás sobre el tope y quartet... yo jugaba con mi primo! (diámetro de rotor es un término que, como pangea y gonwuana, se me quedaron fijados sin demasiado contenido en su interior... puro significante, diría uno). Escribís muy hermosamente, aunque de modo sencillo... es una perna que no comparta tu visión sobre la derecha e izquierda (¡yo pertenezco a los moralmente superiores, jaja!!). Un abrazo para la buena gente, que la hay en todos los lugares.
Natacha
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