29 de junio de 2010

¿Me permiten unas palabras?


Viene armándose un lindo debate en el blog que podrá manifestarse de muchas formas, pero que a la larga es el eterno debate entre las concepciones más “pragmáticas” y las más “principistas”. Me parece un debate valiosísimo que tenemos que darnos, cuidando sí de mantener este espacio que tenemos para hablar, que es raro en la Argentina, y evitar que nuestras discusiones escalen al punto de arruinarlo.

Les pido un rato de su amable atención mientras me inmolo sin invitación en el debate. Ya me compré un pasaje de ida al carajo por el largo de este post, así que por favor ténganme paciencia.

En mi humilde opinión siempre tenemos que contrastar nuestras ideas con la realidad, porque justamente pretender que la realidad se adapte a las construcciones ideológicas es el gran defecto (o crimen) que le achacamos a la izquierda y que ésta se supo ganar. De manera simple, el conservadurismo busca hasta encontrar una pieza cuadrada para encajar en un agujero cuadrado, mientras que el progresismo trata de limar y serruchar los bordes del agujero cuadrado para meter como sea una pieza circular.

En cada país, las ideas políticas se corporizaron de maneras diferentes. El conservadurismo británico es más aristocrático, mientras que el estadounidense es, por falta de un mejor término, más popular. Las agendas de ambos son totalmente distintas: en el Reino Unido, creo yo y alguien que sepa más podrá corregirme, está más orientado a la preservación de los elementos fundamentales de la nacionalidad y de una tradición política centenaria en medio de una sociedad que cambia vertiginosamente, mientras que en Estados Unidos enfatiza más el resguardo del libre mercado y en la limitación del poder de un Estado que cada vez más se “olvida” de los principios que hicieron grande a ese país.

En el Reino Unido, Sarah Palin probablemente encaje más con el UKIP o el BNP que con los Tories; en Estados Unidos, David Cameron sería un “Blue Dog” del ala derecha demócrata en vez de formar parte del GOP. Pero ni Estados Unidos necesita un Cameron ni el Reino Unido una Palin, ambos dirigentes son la respuesta que nuestro lado del espectro político (llamémoslo “derecha”, “conservadurismo” o “liberalismo”) encontró para la situación particular que enfrenta ahora cada país.

Sostener que una variante es desde el vamos superior a la otra, pienso yo, no corresponde e ignora las realidades políticas y socioculturales que hicieron que Palin fuera Palin y que Cameron fuera Cameron, más allá de las simpatías o antipatías que nos puedan despertar. Si lo queremos trasladar a qué clase de liberalismo o conservadurismo queremos acá, es otro debate, siempre que recordemos que las características propias de la Argentina impactarán en las ideas que queremos proponer.

Argentina no tiene Dukes y Earls, tiene sindicalistas y barones del conurbano; no tiene un Congreso independiente, sino una escribanía servil; no tiene hombres y mujeres capaces de decidir racionalmente en una economía moderna y libre, sino pobres tipos que así como están van muertos, y tampoco tiene un Tea Party, sino una sociedad con el cerebro lavado y enjuagado por el progresismo. Jugamos en esta cancha, y el éxito eventual del liberalismo o conservadurismo no va a venir de la “pureza” que tengan nuestras conversaciones, sino de convencer a la gente de que nuestras ideas van a redundar en una mejor calidad de vida.

Alsogaray quiso hacer eso cuando le aportó el plan a Menem y habrá muchos que lo podrán tildar a él de traidor y lo que sea, pero la realidad es que sin ese acto de “traición” hoy todavía existiría una ENTEL que tarde veinte años en instalar una línea fija y miraríamos con envidia al zapatófono del Superagente 86, por poner un ejemplo.

Respecto del debate sobre la conservación de edificios, “ni tan tan ni muy muy”. Estados Unidos será la tierra de los rascacielos y los shoppings, pero Washington está llena de edificios conservados del siglo XIX y Filadelfia cuida a la perfección el Independence Hall. Y en Francia habrá tesoros arquitectónicos de varios siglos de antigüedad, pero en Paris también existen las torres de La Défense, hay un Euro Disney en Marne-la-Vallée y la Bastilla y las Tullerías terminaron demolidas. En ambos países se decidió atendiendo a lo que mostraba la realidad del momento y al criterio de su gente. No sé si haya más o menos "razón" en una u otra postura.

Estudié en una universidad con sede en edificios que estuvieron condenados a la demolición hasta que se los restauró a nuevo, por lo que entiendo y comparto la necesidad de cuidar el patrimonio edilicio argentino y prefiero que se estudie bien y se hagan todas las consultas necesarias antes de traer la topadora, pero tampoco creo que haya que poner con los ojos cerrados plata del Estado para mantener un antro abandonado y lleno de ratas sólo porque fue un bar donde Gardel cagó cuando no pudo llegar al baño de su casa, en vez de construir algo nuevo que puede beneficiar a la zona. Y ojalá las excusas que se suelen alegar en Buenos Aires para reclamar la conservación de algún edificio fueran tan sólidas como mi ejemplo sarcástico.

A lo que voy es que la realidad concreta, el día a día, excede por mucho a nuestras ideas previas y nos obligan a adaptarnos a las particularidades que presenta una situación específica. Nuestras ideas tienen que ser el punto de partida para analizar la realidad y proponer, pero no podemos pretender que se trasladen exacta y ciegamente al resultado final. El trabajo de laboratorio es bueno y necesario y de ahí pueden nacer soluciones inesperadas, pero por sí mismo no alcanza si no se comprueba con la realidad qué es practicable y qué no.

Pienso que un rasgo que hace valioso al liberalismo es la comprensión de que no se puede aplicar la ideología ciega a la realidad, que ni “lo nuevo” es intrínsecamente superior ni “lo viejo” es necesariamente preferible, que hay que analizar todos los elementos, todos los argumentos y todas las potenciales consecuencias antes de actuar. Algunas veces se podrán aplicar versiones más “puras” de las ideas, otras tendremos que hacer muchos compromisos para verlas convertidas en realidad, nos guste o no. Y lo más probable es que nunca puedas lograr que dos liberales, o dos conservadores, coincidan en la misma visión y respuesta. Es mejor así.

Dejemos la fidelidad hasta la muerte para los matrimonios y el castigo a las herejías para las religiones, que las realidades ocasionales de la política y la economía nos van a obligar más de una vez a ser infieles y herejes a nuestras ideas de base, si queremos tener algún peso en el gran debate que nos tiene que ocupar, que es el que mantenemos con la izquierda.

Bueno, hasta acá llegué con el abuso de vuestras paciencias. Si a alguien ofendí, le pido disculpas y espero que esto no sea tomado como un ataque personal contra nadie, porque no fue mi intención. Sólo quise aportar mi granito de arena al debate que, insisto, es lo verdaderamente valioso que tenemos en este espacio, siempre y cuando nos respetemos en nuestras diferentes posturas y formas de ver la realidad.

Let the flames rise.

7 comentarios:

Francisco D'Anconia dijo...

Mayor, estoy totalmente de acuerdo. Las ideologías hay que ponerlas en el contexto al que pertenecen, y seguramente un socialista francés no tendría éxito en Estados Unidos, y viceversa. Además, que uno apoye a los conservadores norteamericanos no quiere decir que viva fuera de la realidad. Jamás se me ocurriría proponer la abolición del Ministerio de Educación en la Argentina porque la oposición lo haría imposible, pero en EEUU con tradiciones de gobierno limitado y states' rights, probablemente sea algo mucho más viable.
Del mismo modo, uno podría pensar que el espectro político europeo tiene dificultades para superar la crisis económica debido a su historia de poseer estados más amplios y con más servicios. Dificultades que serían menores en países con menos resistencia a las reformas liberales.
Cualquier ideología tiene sus fanáticos, y seguramente también los tiene la socialdemocracia europea. Tampoco puede pensarse que el espectro político de algún país o región sea perfecto: en Estados Unidos no existe ningún político con las opiniones de Jean Marie Le-Pen que haya tenido éxito electoral, por más extremistas en el plano económico que puedan parecer algunos.

Victor dijo...

Buen post.

Creo que es normal que la gente adapte lo que percibe para hacerlo calzar en su propio modelo mental. Se pierde muchísimo tiempo demostrando que uno tenía razón en lugar de invertir 2" para replantearse si todavía se verifica lo que uno pensaba. Es una condición humana. Algún exagerado dice que nuestra parte racional solamente sirve para justificar porque hacemos lo que mandan las emociones. (Es un poco posmo pero ojo que tiene su sustento neuro-fisiológico). "hago lo que se me canta y después lo explico". Algo de eso hay. De todas maneras no creo que haya que resignarse a eso.

Hoy decía que una cosa que debería distinguir a un liberal es el coraje para aceptar la realidad, en el caso de la política real muchas veces la "aceptación de la realidad" es aceptar la política tal cual es (una bosta) y apoyar al menos malo -sin sentimientos de culpa-. No sirve de nada repetir claims libertarios solo como un idiota mientras los "malos" revientan las urnas elección tras elección. Tenemos que buscar puntos de coincidencia todo el tiempo, las diferencias ya están, saltan a la vista. Eso se aplica en todos los órdenes.

... en realidad me fui por las ramas y no me acuerdo como iba a terminar, tengo que pasar a off line así que sigo después. Saludos

Francisco dijo...

Una bocanada de aire fresco este post...

saludos
Francisco

Bugman dijo...

Personalmente, mi corazoncito liberal se estruja de contradicción a cada rato, cuando veo las cosas que relataba Rubén en el otro artículo de esta serie.
Me agrada pensar que el liberalismo no es una ideología, porque las ideologías dicen "el mundo debe ser así, y las personas deben actuar de esta manera", mientras el liberalismo propone después de analizar como son las cosas en realidad.
Confieso que me regodeo en la teoría, que me gusta pensar en cómo serían las cosas en un escenario aséptico y perfectamente racional, pero acepto, sin remordimientos ni culpas que hay que apechugar con lo que se tiene, trabajar con el material de que se dispone.
Quiero decir, hay que embarrarse.
Al que le de demasiado asquito, que se haga a un lado, que salpicamos.

BlogBis dijo...

Bugman, que le puedo decir... que leo su comentario y me congratulo de tenerlo a bordo.

Carlos dijo...

Estimado Mayor, un piccolo comentario a tu excelente entrada,

El conservadurismo británico dejó de ser aristocrático desde hace muchos años; desde los tiempos de Harold Macmillan, diría yo. Que David Cameron pertenezca a una familia de origen social muy elevado, no tiene nada que ver (Thatcher es de clase media-media o media-baja; también lo es John Major). Tampoco influye que el PM haya estudiado en Eton y Oxford porque la mayoría de los PM lo han hecho en colegios de ese nivel. La diferencia entre los conservadurismo británico y estadounidense es netamente cultural y tiene mucho que ver con la importancia que -como he dicho en otros comentarios- le asignan al mercado y al papel del Estado en la conducción del país. Los británicos son pragmáticos y, por ese motivo, reacios a asumir posiciones extremas. A eso se debe que el BNP y el UKIP sean absolutamente minoritarios y no tengan la menor posibilidad de ganar una elección.

Algún día me ocuparé del caso francés que es un tema aparte y difícil de entender para los que no lo han vivido de cerca. Como insinué en un comentario, en Francia, las ideas de izquierda y derecha son, en muchos aspectos, diferentes a las existentes en otros países. Cuando en las últimas elecciones regionales ganó ampliamente el Partido Socialista, la vida continuó sin el menor sobresalto que, en una situación similar, se hubiera producido en otras latitudes.

Salvo, posiblemente, en España, que es un país nuevo en "estas cosas de la democracia", en el resto de los países europeos occidentales, tanto la izquierda como la derecha prefieren tratar con un Obama que con un Bush.

Julio Rougès dijo...

Mayor Payne, buen post. Concuerdo en lo sustancial.
Las polémicas estériles entre quienes tenemos ideas parecidas, me hacen recordar a la fábula de los conejos perseguidos por una jauría de perros, que discutieron hasta ser devorados si sus perseguidores eran galgos o podencos.
Tanto liberales como conservadores o simplemente demócratas debieron haber hecho un escándalo con la ley de medios. Cualquiera que la lea sin mucho detenimiento y no tenga pervertido el espíritu republicano se tiene que espantar por el espíritu totalitario que rezuma y por los peligros que encierra en manos del gobierno. Con similares herramientas, Chávez se apoderó de RCTV. Pero muchos de los liberales de la marihuana y de la encarnizada lucha contra el cinturón de seguridad, no se preocuparon por esa ley. Pasó inadvertida y la Corte Suprema de la Nación revocó recientemente una medida cautelar contra su vigencia.
El gobierno es amo y señor de los medios audiovisuales -con la intervención a Papel Prensa, es probable que pronto lo sea de los principales diarios- y como internet inalámbrica queda comprendida dentro del espacio radioeléctrico, puede ser alcanzada por las normas reglamentarias. Frente a esos avances del gobierno muchas veces los liberales, conservadores o no tanto nos enzarzamos en fútiles debates con el que piensa en forma parecida pero distinta, en vez de construir o apoyar a alternativas reales al perverso kirchnerismo, sus secuaces y quienes se hallan detrás de él.