En 1978, un escándalo vinculado con el uso de fondos públicos derivados del presupuesto militar y del servicio de inteligencia derivó en una crisis política que terminó con la caída del Gobierno y el fin de las carreras políticas de sus principales figuras, con excepción de las que supieron despegarse a tiempo y quedar limpias.
¿En dónde paso esto? En la Sudáfrica del apartheid, nada más y nada menos.
Se trata de un curioso e ignoto episodio del país donde se acaba de jugar el Mundial, que pasó a ser conocido allá como el “Muldergate” o el “Escándalo de la Información”.
Resulta ser que ante la preocupación del gobierno por una presunta “cruzada de odio contra Sudáfrica” emprendida por la prensa angloparlante local y los medios internacionales, que supuestamente distorsionaban las malas noticias y ocultaban las buenas, el ministro de Información de Sudáfrica, Connie Mulder, convenció en 1973 al Primer Ministro de aquel entonces, Balthazar Johannes “John” Vorster, de emprender su propia guerra de propaganda.
Vorster compró la idea entusiasmado y aprobó la reasignación de 64 millones de rands del presupuesto militar para los proyectos de propaganda de Mulder, que iban desde sobornos a las agencias de prensa internacional hasta un intento para comprar un diario de la mismísima capital norteamericana, el ahora extinto Washington Star, cuya línea política era percibida como favorable al apartheid. Después se iban a entusiasmar e intentarían influir en la línea del propio Washington Post, usando fondos lavados en cuentas suizas.
Pero la frutilla del postre estaba por venir. Connie Mulder tenía a su propio encargado de trabajos sucios, un tipo llamado Eschel Rhoodie, quien se puso a trabajar en colaboración con la policía secreta del régimen, el Bureau of State Security (BOSS), para fundar un diario angloparlante que defendiera públicamente al sistema del apartheid y al gobernante Partido Nacional, y que sirviera de contra al más influyente diario de habla inglesa de Sudáfrica, el Rand Daily Mail, al que Vorster y sus compinches identificaban como el mayor enemigo mediático.
El resultado fue un tabloide llamado The Citizen, cuyo propietario oficial era el millonario afrikaner Louis Luyt, que luego se haría famoso como el presidente de la federación sudafricana de rugby durante el Mundial de 1995. The Citizen, que todavía existe hoy, sería el único diario de habla inglesa cuya postura era favorable al Partido Nacional y al apartheid.
¿En dónde paso esto? En la Sudáfrica del apartheid, nada más y nada menos.
Se trata de un curioso e ignoto episodio del país donde se acaba de jugar el Mundial, que pasó a ser conocido allá como el “Muldergate” o el “Escándalo de la Información”.
Resulta ser que ante la preocupación del gobierno por una presunta “cruzada de odio contra Sudáfrica” emprendida por la prensa angloparlante local y los medios internacionales, que supuestamente distorsionaban las malas noticias y ocultaban las buenas, el ministro de Información de Sudáfrica, Connie Mulder, convenció en 1973 al Primer Ministro de aquel entonces, Balthazar Johannes “John” Vorster, de emprender su propia guerra de propaganda.
Vorster compró la idea entusiasmado y aprobó la reasignación de 64 millones de rands del presupuesto militar para los proyectos de propaganda de Mulder, que iban desde sobornos a las agencias de prensa internacional hasta un intento para comprar un diario de la mismísima capital norteamericana, el ahora extinto Washington Star, cuya línea política era percibida como favorable al apartheid. Después se iban a entusiasmar e intentarían influir en la línea del propio Washington Post, usando fondos lavados en cuentas suizas.
Pero la frutilla del postre estaba por venir. Connie Mulder tenía a su propio encargado de trabajos sucios, un tipo llamado Eschel Rhoodie, quien se puso a trabajar en colaboración con la policía secreta del régimen, el Bureau of State Security (BOSS), para fundar un diario angloparlante que defendiera públicamente al sistema del apartheid y al gobernante Partido Nacional, y que sirviera de contra al más influyente diario de habla inglesa de Sudáfrica, el Rand Daily Mail, al que Vorster y sus compinches identificaban como el mayor enemigo mediático.
El resultado fue un tabloide llamado The Citizen, cuyo propietario oficial era el millonario afrikaner Louis Luyt, que luego se haría famoso como el presidente de la federación sudafricana de rugby durante el Mundial de 1995. The Citizen, que todavía existe hoy, sería el único diario de habla inglesa cuya postura era favorable al Partido Nacional y al apartheid.
La cuestión es que el escándalo salió a la luz a partir de un artículo publicado en el Rand Daily Mail a partir de la confesión de una fuente anónima. Ya destapado el asunto, más fuentes interiorizadas empezaron a dar testimonio ante la prensa y bien pronto se convirtió todo en un vendaval político que llevó al Parlamento sudafricano a establecer una comisión investigadora de las actividades y finanzas del Departamento de Información. Se publicó un durísimo informe de la Auditoría General que acusaba a la cartera de Mulder de severas irregularidades financieras que incluían el uso de fondos públicos sin el conocimiento del Tesoro.
Con este informe en la mano, el Parlamento forzó a Vorster, que era Primer Ministro desde hacía 12 años, a renunciar a su cargo y aceptar un nombramiento como “Presidente del Estado”, lo cual era un cargo meramente ceremonial al cual también debió renunciar en 1979 cuando más detalles del escándalo salieron a la luz.
Connie Mulder, quien se posicionaba como sucesor de Vorster en el cargo de Primer Ministro, también fue eyectado, y el premio mayor se lo llevó Pieter Willem “PW” Botha, con quien se darían los primeros pasos tentativos para el final del apartheid. El escándalo también se llevó puesto al propio BOSS, cuyo jefe fue destituido por Botha antes de la disolución en 1980 del mismísimo servicio de inteligencia y su reemplazo por una nueva agencia.
Pensar que en la Sudáfrica del apartheid (un régimen que no le hacía asco a nada) se vino abajo un gobierno por un papelón de medios pagados con fondos públicos y acá nos acostumbramos a pasquines chupamedias como Tiempo Argentino, Página/12, El Argentino o Veintitrés...
6 comentarios:
De que estas hablando... Pagina 12 es de Clarin
Era María, te atrasan las noticias.
Es realmente hilarante que el mayor tenga que remitirse a un ilicito mas bien irrelevante que involucra un presupuesto mas bien miserable, para tratar de hacer un paralelismo absurdamente traido de los pelos, cuando todos conocemos por ejemplo los vastisimos y billonarios presupuestos de politicas de estado aberrantes como COINTELPRO, Operacion Camelot y similares, con sus insondables y profundas ramas de infiltracion en la prensa, en la television, en la educacion, en Hollywood, en las ramas de arte vanguardista, en la literatura, etc, etc, en fin, en cuanto sistema y medio de expresion o formacion al alcance de los los ciudadanos hubo.
La otra grandisima diferencia en cuanto al caso sudafricano o yanqui que es muy curioso que el mayor no se percate, es que a diferencia del supuesto caso argentino, todos aquellos fueron probados y sentenciados judicialmente, no se trataba de tirar mierda y un sinsentido de zaraza desde la web para denunciar un supuesto ilicito.
Finalmente, si el mayor pretendia iluminarnos y advertirnos de algo con buena intencion, por favor que no asuma y en definitiva no trate al lector ocasional como niños de jardin de infantes. Infiltracion politica en la "prensa libre" hubo, hay y habra hasta el fin de los dias desde todo espectro. Esa no es la novedad ni el punto en ninguna de las naciones civilizadas.
David, me alegra mucho haberte hecho reir. Dicen que ayuda mucho a la salud y la calidad de vida.
Ahora te pregunto, si COINTELPRO, Operación Camelot y todas las demás prácticas de "insondable" infiltración en la prensa te parecen "políticas de estado aberrantes", ¿no te parecería medianamente útil o preocupante saber si se hace lo mismo acá en la Argentina?
Me da una profunda lástima, por no decir vergüenza, que incluso una dictadura despreciable y moralmente repugnante como la del apartheid sudafricano haya sido capaz de tambalear a causa de la difusión de un "ilícito más bien irrelevante que involucra un presupuesto más bien miserable" vinculado con las prácticas que vos calificás como aberrantes, mientras acá en la Argentina democrática y canchera nos nefregan las fortunas que se gastan en la compra y fabricación de medios para promover la "buena onda".
¿No te inspira la más mínima sospecha que de la noche a la mañana hayan surgido verdaderos conglomerados de medios escritos, radiales y televisivos a los que les dan letra desde la Casa Rosada? Y por favor, no me salgas con el Monopolio Clarín, porque a lo sumo a Ernestina le pagaré el ejemplar del diario y la cuota del cable, pero a Tristán Bauer, Sergio Szpolski y los infelices de 678 les pagan con lo que me sacan de impuestos.
asi que el regimen "se tambaleo" por esa pelotudez... No tenes conciencia de como funciona el mundo ni estas cosas disculpame que te lo marque.
Hizo falta reventarle la viscera mas sensible al apartheid para que se cayera, no destaparle estas infimas pelotudeces. Si no tenes criterio para entender una cosa y otra cosa no te quejes de encontrarte a cada rato con gente que te lo marque.
A ver cómo te explico, mi estimado infeliz...
En el ejemplo que mencioné cayó la administración de un sistema a todas luces dictatorial por estas "ínfimas pelotudeces" que acá no mueven un pelo. ¿Perturbó la estabilidad política interna del régimen? En la medida en que forzó la dimisión de un gabinete entero, el fin de varias carreras políticas que se sostenían desde décadas y un recambio imprevisto de elenco dirigente, creo que cabría definirlo como "tambaleo".
Que haya caído después el sistema entero es otro evento de la historia con sus propias causas, aunque te diré que sin este pequeño incidente, tal vez Botha (bajo cuyo gobierno se dieron los primeros acercamientos reales con Mandela y el Congreso Nacional Africano) nunca hubiera llegado al Gobierno. Seguramente hubiera caído el apartheid después bajo otras formas, tal vez violentas, pero así se dieron las circunstancias en la historia que tocó vivir.
Y a mí no me va a venir a dar clases de criterio alguien que piensa que una misma práctica criminal es "aberrante" si se hace en Estados Unidos y una "ínfima pelotudez" si se hace en Sudáfrica, pero en la Argentina hay que dejarla pasar porque es algo que "hubo, hay y habra hasta el fin de los dias desde todo espectro", o que niega la posibilidad de un ilícito sólo por falta de "prueba y sentencia judicial". Después me vas a decir que Al Capone no era mafioso porque sólo lo condenaron por evasión fiscal. En todo caso, el día que vea una sentencia judicial (de preferencia, de otro juez que no sea Oyarbide) al respecto, ahí se verá.
Para esa clase de "criterio", prefiero confiar en el de Karina Jelinek, mamarrachito mío.
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