...La escena ha de ser conmovedora: miles de jóvenes (bueno, así los imaginaba yo, pero me dicen que hay gente de todas las edades) que, por pura vocación, por sus más profundas convicciones democráticas y en resguardo del destino de la patria, se despiertan cuando todavía es de noche, leen rapidito diarios y sitios de Internet, detectan al enemigo y, antes siquiera de tomar un café o de cepillarse los dientes, ya están armados frente a sus PC. Convencidos, entusiasmados, allí empieza la segunda parte de su trabajo, que en realidad no es tan complicado: consiste, básicamente, en destruir al autor de la nota que haya osado rozar al Gobierno. Destruirlo significa eso: hacerlo papilla, meterse con su medio, con su historia (cualquiera que ella sea), con su apellido y hasta con su cara...
Editorial de Carlos Reymundo Roberts en La Nación
8 comentarios:
jajajaja. Y Papa Noel ? y Los Reyes Magos?
Existe la vida inteligente fuera de éste mundo?
¡Miren quién vino a cenar!
Cómo le va, AP.
Me parece que acá no hacen chori para comer, o si?
Me causó gracia lo del olfato para determinar quién escribe en internet.
Cualquiera que lea RDP, sabe que debo tener el record de puteadas, y todo lo que describe el autor, no es patrimonio de los K.
Los anónimos gorilas, me han tratado desde puto pago por el gobierno, hasta descerebrado con problemas de esfinteres. Esos son sus argumentos.
Bueno, aquí si el comentarista es respetuoso es respetado, por más que no se coincida ni un poquito con su opinión.
También está es asunto de no ser mala leche, claro.
Roberts es el apellido de Margaret Thatcher; imagínense para quienes trabaja La Nación.
Se trata de respetar las ideas de los demás, no?
Las manos del escudo peronista representan al peronismo que tira para abajo al resto de los argentinos, no?
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