Carlos Gamond
Para LA NACION
La definición del presidente de Uruguay, José Mujica, de que "la mejor ley de prensa es la que no existe", implica la adhesión a un principio básico de las democracias liberales por parte de alguien cuyos antecedentes y formación lo ubican lejos de esa ideología. Resulta imposible no leer esa declaración brindada a una revista brasileña como una toma de distancia, deliberada o no, respecto de los gobiernos que pretenden regular el flujo de información a través de normas legales y sistemas de premios y castigos.
Mujica, cabe destacarlo, no parte de una idealización que adjudique a la prensa la suma de todas las virtudes -dice, incluso, que puede transformarse "en una espada peligrosa"-, sino de un criterio muy pragmático: hay que soportar las críticas porque si un gobierno "se muestra tolerante con la diversidad, ayuda a formar una prensa respetuosa". Exactamente lo contrario de la sistemática hostilidad que, parece, pretende obligar a la víctima a devolver la misma moneda como única alternativa a la sumisión.
Claro está, en ningún lugar del mundo el ejercicio profesional del periodismo -como cualquier actividad humana- está libre de regulaciones, por lo cual difícilmente haya que tomar las palabras de Mujica literalmente. Pero indican que su emisor ha comprendido que una injerencia excesiva tiene más riesgos que la prescindencia.
Revelan, además, el entendimiento de que la posesión del poder político no puede dar vía libre a la compulsión por acumular todo el poder, lo cual, dado el juego de contrapesos propio de la democracia, bien puede socavar las bases del propio sistema. Algo que no puede justificarse por los abusos, inventados algunos, muy reales otros, en los que esas "espadas peligrosas" puedan haber incurrido, y que, en todo caso, deberían enfrentarse sin incurrir en comportamientos todavía más abusivos.
¿Será un exceso de optimismo esperar que ciertos presidentes latinoamericanos escuchen a quien nadie puede confundir con un vocero de la "derecha", alguien por quien sienten afinidad y quizás hasta admiración, alguien cuyo único vínculo con las "corporaciones" es el de haberlas enfrentado con las armas en el pasado? Tanto como esperar que, a esta altura, comiencen a percibir las ventajas políticas que sabiamente advierte Mujica en la actitud de mostrarse tolerante con la diversidad. © La Nacion
El autor es director del diario El Puntal, de Río Cuarto
2 comentarios:
Lo de Mujica realmente es tan sorprendente que no me extraña que el Frente Amplio esté cerca de partirse en pedazos.
Yo creo que por ahí conté que la primera vez que me detuve a escuchar con detenimiento a Mujica, yo estaba de vacaciones en Rocha y lo enganché en un debate sobre política ganadera en una especie de canal público de cable.
Ahí me di cuenta que era mucho más que el personaje.
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