18 de abril de 2011

Ves?

Una cosa que nunca deja de sorprenderme es la percepción totalmente distinta que tenemos los seres humanos de algunas dinamicas aparentemente abiertas y transparentes.

Recuerdo que hace varios años estuve de turismo en Ushuaia y en una de varias excursiones por lugares fantásticos me crucé con un grupo de americanos. En el grupo había un tipo y su esposa, él era profesor de ciencias políticas en la Universidad de New York. Un tipo cerca de sus 70s, muy interesado él en las dinámicas latinoamericanas, yo, más niño, pensaba que un tipo así tenía que ser bastante sabio.

Hablamos y hablamos de Argentina y el tipo estaba muy interesado con mis puntos de vista, que veía como muy originales. Recien pasaban uno o dos años de Kirchner, y hablando del tema me preguntó y le dije que iba a dar mierda, que no tenía duda sobre eso. El tipo no lo entendía, tenía esperanzas, creía que era algo nuevo, socialismo honesto, supongo (jaj). Y yo no la veía ni cuadrada. Pero claro, discutir con un tipo así te da un poco de vergüenza.

Intercambiamos unas opiniones más por email, y años depues, pleno conflicto con el campo creo, el tipo no entendía nada. Me preguntaba qué carajo habíamos hecho, que había pasado. Había pasado exactamente lo mismo que yo había anticipado en Ushuaia, aunque admito que quizas con más exito de parte de Nestor del que jamas hubiera podido predecir.

Era buen tipo el yanqui, pero no lo cazó. A veces, la teoría simplemente no tiene pulso, por más prolija que sea. No seguí hablando mucho porque sus visiones de la política interna americana funcionaban por los mismos carriles, y mis consideraciones al lado de la suyas eran aparentemente de una crudeza casi rural.

La cosa es que el tipo que estaba super informado sobre el tema hacía unos análisis a mi entender perfectamente lógicos pero cuyos resultados despues con la realidad se daban de patadas. En la vida se puede hacer o teorizar, o ambas. La cosa es que un profesor de NYU teoriza sobre el mundo pero su "acción" es levantarse a la mañana, pasar por Starbucks, comprar su cafe late e ir a dar su clase a los niños malcriados del mundo. Ese es su mundo de acción. Eso es lo que realmente ENTIENDE. Y quizás cómo ser turista (esto ultimo a veces con limitaciones). El hombre de acción sale y hace aquello sobre lo que el otro teoriza. En un jet privado en el cielo, en una carabela sobre el océano o en un carrito de choripanes en la costanera. Piensa, no teoriza, y creo que no es lo mismo, porque cuando uno piensa sobre algo que efectivamente va a HACER, las apuestas no son las mismas.

Cada día me parece más notable esta diferencia entre hacer y teorizar. No desprecio al teórico, pero solo al que no desprecia el carácter creador de la acción. Cuando el teórico cree que en los papeles se puede poner el mundo, se fue de pista. Porque esa no es la naturaleza humana. La naturaleza humana es romper con las predicciones que se hacen sobre ella. Cuando ella deja de creer en su capacidad para evadir cálculos matemáticos, se convierte en esclava.

La mía es, después de todo, una critica al historicismo, supongo que inspirada en Popper y su "sociedad abierta y sus enemigos". Convencer al hombre de que está condenado a ciertas dinámicas inmodificables (ver Argentina) es la mejor manera de dominarlo, mejor que cualquier opresión violenta. Pero es tentador, es fácil, es confortable para los que viven de la teoría , y muchas veces estos últimos producen su impacto porque "auguran" un futuro en el que de hecho están poniendo sus fichas.

Escucho y olvido, veo y recuerdo, hago y entiendo.
Confucio

PD: Es Lunes, Disfrutenlo!!!

3 comentarios:

Klaus Pieslinger dijo...

Excelente.

(Peores aún -peligrosos- son los Procustos que, encima, quieren ajustar la realidad a sus teorías).

Anónimo dijo...

Klaus, la línea entre querer que la realidad se ajuste a las teorías de uno y querer ajustarla a ellas es bastante poco clara, menos aún cuando uno tiene mucho poder.
Ves hoy a los nenes de la Campora y lo que son sus teorías y sus realidades...

Victor dijo...

Buenísimo. Uno se encuentra todo el tiempo, y en todo nivel, con situaciones parecidas de conflicto entre la idea y la acción.