Vuelvo de diez dìas en Chile, país al que no conocía.
Es impresionante como tan cerca `pueden ser tan distintos. Y no por idioma, color, ni costumbres, en las que las diferencias son similares a las que podría haber entre provincias argentinas.
Pero se ve un paìs donde el Estado no obstruye ni entorpece la actividad privada, sino que la impulsa, donde el patrón no es visto como enemigo, donde las diferencias políticas no son obstáculo para que desde distintos partidos se tire para el mismo lado.
Sobre todo, y lo que me pareciò mas remarcable, es que hay conciencia en que se es un país de segundo orden y se trabaja para ser cada dìa mejor, a diferencia de ese sentimiento argentino de ser el campeòn del mundo al que otros le cortaron las piernas.
Chile me sorprendiò para bien y me dejò la medida de què profundo es nuestro pozo.
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