Mientras la Vaca Estúpida juega el ancho falso del llanto malvinero, en Mar del Plata descuelgan el cuadro del capitán Pedro Giachino de la sala de sesiones del Concejo Deliberante a pedido del politburó local de los derechos humanos.
Dicen los ladrihumanistas, que ya no saben qué hacer para sacar de las tapas el plan sistemático de detención y desaparición de fondos públicos de las Viejas de Plaza de Mayo, que Giachino participaba de los grupos de tareas, manejaba un Falcon, trasnochaba en la garita de la Base Naval Mar del Plata o vaya uno a saber qué cosa. Cualquier bondi los deja bien.
Además, siempre es fácil acusar a alguien cuando éste no puede defenderse por llevar casi treinta años de muerto y sólo pueden salir a hablar por él sus deudos. Sería un paso lógico para el kakaísmo: la imprescriptibilidad post-mortem. Faltaba hacer un Sínodo del Cadáver a la argenta.
Hay que ser muy mierda para llenarse la boca con Malvinas cuando se desprecia a sus héroes y caídos, y hay que ser muy cagón para agarrárselas con un muerto.
O hay que ser kirchnerista, que sería una buena síntesis de los dos.
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