10 de febrero de 2014

Carrió da la clave



No una, sino una pila de veces se habló acá del fenomenal Ejército Grande que en 1852 se juntó para echar a Rosas, a su falso federalismo, a su totalitarismo sangriento (perdón Enmascarado).
Ahora, que apenas con mejores modales se repite de peor manera porque entonces no había ni ley ni Constitución finalmente Elisa Carrió se aviva que hay que juntarse para hacer otro Caseros, juzgar a los culpables,  y después veremos cómo se sigue. 

10 comentarios:

Unknown dijo...

Amigo BB, mi etapa rosista fue sólo en mi adolescencia, pero después aprendí historia en serio y más bien me pasé al bando opuesto.

Así que péguele con todo al rubiecito ése que se hizo el otario durante la Revolución de Mayo, y ya era un boludazo de 17 años, y tampoco se anotó en ninguna campaña libertadora enviada desde Buenos Aires contra los realistas.

Y hubo muchísimos jovencitos porteños y provincianos de esa edad que sirvieron y murieron peleando por la Patria mientras éste se hacía los rulos con los gauchos...

Que se vaya a tomar por los Colorados del Monte...

Billy dijo...

¿Carrió se aviva? Me parece que más bien los aviva.
Al Rosita, pecado de juventud... como lo agarró aún púber lo pudo en mendar, por suerte.

Anónimo dijo...

Si Billy, SE aviva. Porque hasta hace poco le hacía asco a asociarse a otros hasta por el color del traje.
TRESLETRAS

Olegario dijo...

No sé si la lógica de las campañas militares se aplica a las campañas políticas. Quiero decir, una unión de fuerzas contra un enemigo común puede ayudar a obtener una victoria en el campo de batalla, pero no es tan claro que lo mismo ocurra en una elección.

Hay gente que es macrista a muerte, pero no quiere saber nada con la posibilidad de votar a Carrió (o viceversa). Esas sumas, generalmente es más lo que restan que lo que agregan.

Si yo tuviera de "duranbarbear" a la oposición, le recomendaría tratar de volver a la política ideológica y que se olviden de las aritméticas electorales, porque ese es un jueguito que, aunque a primera vista parezca que no, a la larga siempre termina beneficiando al PJ.

Por el contrario, si se lograra ordenar el espacio político con una fuerza claramente de centroderecha y otra de centroizquierda, pero ambas comprometidas con la democracia y la institucionalidad republicana, se terminaría teniendo tres grandes actores electorales, aunque individualmente todavía el peronismo sea mayoritario. Pero se estaría siempre en un escenario de ballotage en cada elección presidencial.

Entonces sí, llegado ese momento, y sin necesidad de un pacto formal entre ambos partidos, sus electores en esa instancia se votarían entre ellos como alternativa al populismo, entendido como el enemigo común. Y así, como quien no quiere la cosa, se terminaría con el agobiante predominio peronista.

Sine Metu dijo...

Olegario, mientras haya peronistas olerá a mierda todo el país.

Anónimo dijo...

Olegario, si algo puede sacar al chavismo del poder es la oposición venezolana unida.
Si algo puede sacar al kirchnerismo del poder es la oposición argentina unida.

Olegario dijo...

Anónimo 9:01

¿Y después?

Chavez o los K no son la causa, sino que son el emergente de una situación de desmadre político. Cristina jamás hubiese podido ser la sucesora de Marcelo T. de Alvear, por ejemplo. Sólo pudo llegar a la presidencia porque antes estuvo su marido, y antes que él Duhalde, y así un largo y continuado proceso de deterioro por décadas.

La clave para terminar con el populismo pasa por construir la República. Y para lograr eso hay que tener un sistema político sólido.

Cualquiera que apueste a otra cosa le está haciendo el juego al peronismo.

Nicolás dijo...

¿Y cómo logramos un sistema político sólido?

Olegario dijo...

Nico, maso lo hablamos acá hace un par de días.

Primero, debemos aceptar la ley de gravedad. O sea, hacer converger nuestras vidas al nivel de productividad que tenemos. Como esa realidad es la que la ilusión populista intenta eludir- con previsibles consecuencias que sabemos de memoria- ese día habremos ganado la principal batalla: la muerte del populismo (Tampoco vendría mal madurar un poco, y dejar de pedirle al estado más de los estrictamente esencial, porque lo que te da te lo saca de tu propio bolsillo, y algún político siempre se queda con un diego).

Segundo: Aceptar la idea de que la plata se la gana en el sector privado. A la política se va a hacer otra cosa, y en consecuencia organizarse en partidos no con la finalidad de ganar elecciones (puestos rentados en el estado) sino para defender ideas, principios y valores. Recuperar la política como un espacio ideológico más que como bolsa de trabajo.

Anónimo dijo...

Olegario: mientras los gobernantes se elijan por "sufragio universal" el populismo es imbatible. La mayoría del país comparte la ideología populista, incluso la "oposición". Hasta Macri tiene un discurso populista. Menem se tuvo que disfrazar de populista para ganar la elección aunque después aplicó políticas más bien liberales. Lo suyo no es más que una utopía.