Cada vez que alguien pide "sensibilización" hay detrás una intención de pedir dinero público. Bueno, en Argentina no hace falta hacerlo de forma muy tapada porque hay un consenso tácito sobre la idea de que cualquier problema individual es de hecho un problema "social".
La verdad que para querer volver a Argentina en estos momentos hay que estar muy pero muy mal.
22 comentarios:
Estamos en el horno. No hay esperanza de que los argentinos lean y entiendan a Ayn Rand. El lema SXXI: Vivir de los demás" JUAN
Ley de Retorno, porque lo que realmente necesitamos para progresar es otra Hebe protestona con ganas de gastarse la plata de los demás.
Andá a cagar, Hebe Schmidt...
Yo estoy pensando en rajarme, pero hasta que los neocelandeses no se solidaricen con mi necesidad de irme a trabajar allá, no podrán contar con mi presencia.
Ahora que me releo, me puse escatológico al final.
Supongo que el enojo viene porque se rajó de acá buscando zafar en la crisis, y ahora pretende que le financien el regreso para zafar de la crisis de allá. Podrían hacerle la contrapropuesta: le regalan el pasaje de Aerolíneas a cambio de que ponga billetín sobre billetín el 35% de sus ingresos de estos diez años. En crocantes marrones.
Si querés volver a Peronia, tenés que aceptar las reglas de los Peronautas, Hebe Shit...
Que se vengan las ratas, van a ver como dentro de unos meses son los primeros que quieren irse de nuevo.
Van a ver lo lindo que es estar rodeado de wachiturros, fieritas, garcas con camisas Polo, panatlones cortos y mocasines; gronchas de rodete y calzas animal print, pedndejos frustrados que los van a cagar a palos apenas asomen la jeta, y la fauna más peligrosa, en el tope de la cadena alimenticia argenta, los peronchoraptors.
Qu se vengan los hijos de puta.
A la Argentina no se puede volver, porque no existe más.
Los comentarios no son buenos ni malos, son simplemente tristes.
Y, si Sergio, son tristes vió?. Pero ampliando la reflexión de mi anterior post, el mundo, en general y Argentina en particular, se babea por los sistemas asistencialistas, aquel de un estado bueno que todo lo puede y a todos atiende, no importa si te esforzaste o no y si te lo merecés o no; solo basta necesitarlo y lo tenés. Cuando es evidente que con solo el aporte de los que laburan no basta para atender a todos los que esperan que alguien les de su pedazo, se van a otro paraíso populista y allí exigirán nuevos derechos; si, alguien tendrá que pagar. JUAN
Uno de mis amigos argentinos que viven en España no la está pasando nada bien a pesar de ser un excelente profesional, pero lejos de tener la mentalidad parasitaria de sus compatriotas, está esforzándose aprendiendo el alemán para mudarse cuanto antes al país de la birra. Minga de volver a Peronia.
Gus VF; me encantó lo de "Peronia"; término muy adecuado para llamar a la ex República Argentina - JUAN
Estoy bajo tratamiento para evitar matar a cuanto peroncho conozco y Uds. evaporan mi esfuerzo haciendo chistes sobre Peronia.
Me pegan cuando digo que hay que matar a todos.
Este blog no contribuye a mi recuperación.
No sé, voy a tener que tomar alguna decisión.
Hay motivos y situaciones tan distintas entre los argentinos que deciden volverse que se me hace difícil clasificar a todos en la misma categoría.
Pareceriera que esta mujer plantease montar un "plan de retorno" sin nada más que buenos deseos y que lo pagaríamos los contribuyentes. De entrada ya no es sensato porque mezcla todo.
Hay gente que le va mal y decide volver, pero quisiera hacerlo con su mudanza entera, otros se van con 2 valijas por persona y otros, en cambio, no tienen ni para caerse muertos. Cada caso de estos requiere una consideración distinta en todo caso.
Siendo Aerolíneas Argentinas una empresa monstruosamente deficitaria que despilfarra recursos públicos, no me preocuparía que en cada vuelo desde Madrid hubiera 4 o 5 pasajes (de los que quedasen sin vender previamente)a disposición del Consulado General, no de la Embajada, para que retornen a Ezeiza los casos más serios de indigencia, de abandono o de enfermedad que no requiera acompañante médico en vuelo.
Me imagino que alguno pensará que esto se prestaría a cualquier joda, pero me temo que eso es prejuzgar sin saber que la legislación argentina prevé desde hace más de 80 años la facultad de los Cónsules de repatriar a ciudadanos argentinos indigentes.
No es un derecho de los ciudadanos sino una facultad de los Cónsules que tenía que estar debidamente fundada en cada caso.
En la época en que teníamos Flota Mercante los repatrios se hacían en los buques de ELMA sin mayores problemas aunque llevasen un par de valijas, con el avión la cosa se complica más por el costo del pasaje, pero se podría hacer sin mayor perjuicio.
Dicho esto, todos sabemos que sobran piolas que querrían hacerse los indigentes para ahorrarse la guita si la tuviesen o viajar con la casa a cuestas a costa del Estado.
Pero hay otros casos que son absolutamente reales y no imputables al despilfarro, al error económico del negocio fallido o del empleo perdido, o a la simple irresponsabilidad y estupidez del tipo/tipa.
Por ejemplo, el padre y la madre se mataron en un accidente de ómnibus y quedaron dos chicos argentinos menores huérfanos con familiares en Argentina, pero que no podían ni por asomo pagarles el pasaje de regreso. Se movieron como locos los del Centro Argentino-Navarro en Pamplona donde vivía esa familia para cuidarlos mientras el Consulado buscaba plata para el repatrio y se consiguió que los repatriasen con su familia. Esa guita estuvo, para mí, bien empleada.
Y hay casos de mujeres abandonadas con hijos que el marido se raja y no consiguen laburo, gente enferma a la que se le acabaron los recursos o tipos que se tiraron a la aventura dejando la Flia. en Baires y los estafaron o los echaron del trabajo pedorro en negro y quieren volver con los suyos ¿Estaría mal que el Estado a esos casos graves y comprobables les dé el pasaje? Creo que no, porque he vivido en varios países donde sobran argentinos a los que a varios les va bien, otros muchos a los que les va tan bien o directamente van mal, aunque no lo digan, pero son pocos los que quedan en situación desesperante.
En el caso de España que conozco bien, la certificación de indigencia por parte de una autoridad de asistencia social municipal o de la Cruz Roja española, es un proceso serio donde se realizan una serie de controles para detectar mentirosos por lo que el Consulado perfectamente puede pedirlo y estar bastante tranquilo.
Me alegra Juan que le haya encantado lo de Peronia, pero lejos está de ser una ocurrencia mía! lo venimos usando por estos lares varios de los que creemos que cuando un proyecto original- fundacional de un país es reemplazado por otro totalmente opuesto como sucedió aquí, no se puede seguir nombrándolo del mismo modo, esto es otra cosa!
Keep calm, estimado Sergio. Piense que estamos mucho mejor que en el 2020.
Coincido con lo que Ud. señala, amigo Enmascarado. Vivimos en un país donde el Estado es un dios tan perverso que a los que tenemos alguna idea acerca de lo que se trata la libertad y las responsabilidades individuales, cualquier mínima y humanitaria ayuda estatal nos da una urticaria severa… pero creo que todo país que se precie de civilizado tiene legislaciones y facultades otorgadas a través de sus Consulados (que no siempre son meros hoteles ***** para el disfrute de los “caídos temporalmente” del régimen político como aquí) para proteger a sus ciudadanos en el exterior.
Esto me trae a colación el tema de la extraordinaria acción benefactora de las distintas sociedades de socorros mutuos, de asociaciones filantrópicas y de ayuda de todo tipo que organizaron aquí las distintas colectividades de inmigrantes cuando este territorio tenía un proyecto argentino acorde a los sueños de los que la habían fundado. Después vino Perón con “La Nueva Argentina” (Peronia, bah…) a destruirlas a través de la “beneficencia estatal”, ya lo sabemos. No sé si alguien investigó a fondo o escribió alguna vez sobre aquella parte buena de nuestra historia como sociedad. No éramos tan malos.
Estimado Gus VF,muy interesante su mención a las asociaciones filantrópicas de los inmigrantes en nuestro país. ¿Sabe por qué razón empezaron a organizarse? Para ayudarse entre sí porque los criollos y gauchos se burlaban de ellos y hasta los atacaban porque no hablaban mal español, otras veces los curtían a palos porque eran "godos" y cuando los "turcos" y los "tanos" empezaron a andar los caminos llevando todo tipo de mercaderías en esas carretas de "tano o turco mercachifle" los asaltaban para robarlos...
la historia que se nos enseña ha ido piadosamente silenciando lo jodidos que fuimos para aceptar a los inmigrantes y éstos se las tuvieron que arreglar como pudieron para ayudarse entre sí porque las autoridades se hacían los otarios, especialmente antes del gran aluvión inmigratorio de 1880 en adelante.
Hay que recordar que, en el fondo, no era ésa la inmigración que habían deseado Alberdi o Sarmiento y hasta que no se constituyó en un fenómeno imparable las autoridades medio los largaban duros a los pobres tipos.
La suerte fue que muchos de esos tanos, gallegos y "turcos" traían una gran voluntad de trabajar para progresar y se desempeñaron en oficios a los que acá el criollaje no les tenía mucho afecto o no conocían la técnica.
¿No sé si le parece semejante esa xenofobia criolla del siglo XIX a la que hoy sufren los bolivianos que proveen frutas y verduras a Bs. As. trabajando duramente?
A mí sí me lo recuerda y también me hace acordar a la actitud de muchos manolitos en España cuando se encontraban con mozos, cocineros, albañiles, plomeros, etc., etc. latinoamericanos y los miraban con asco o desprecio.
Y los más racistas eran tipos casi analfabetos funcionales y brutos como un adoquín, frente a un argentino estudiante universitario o abogado sin título homologado que laburaban en las playas como camareros, mozos o cajeros...
Léase:"...porque no hablaban español o lo hacían mal...
Uf. Qué mal que me dejaste Enmascarado con esa historia de los chicos quedaron huérfanos! Al menos las cosas pudieron salir bien.
Lamentablemente creo que cualquier solución que se busque en este momento va a acabar sirviendo para que alguno se aproveche. No en algunos casos sino en el 100%.
Me tocaste la fibra enmascarado con los del argentino abogado sin título homologado. A mi me afecta directamente el caso de una persona cercana a mi (para mas inri, Medalla de Honor en una Univ Nacional y Medalla de Oro en el Master de Derecho Público en la Universidad Pública mas importante de Madrid) que está en España trabajando de dependienta acompañándolo al esposo, y se tiene que comer los maltratos de paquetes que no saben hilar una frase sin agregar un "coño" o "leches". Lo mas interesante es que la persona en cuestión es increíblemente objetivista, cuando hablamos del tema siempre me responde "Es lo que elegí, nadie me obligó. Tengo que vivir con ello, y lo acepto". Sobra decir que es una de las personas que mas admiro en mi vida.
Enmascarado, creo que lo peor del racismo es la generalización, la caracterización de un total (total-itario) como forma de eliminar o etiquetar a los individuos. Demás está decir que es de desear que tengamos por costumbre valorar a las personas por ser únicas e irrepetibles, más allá de las etnias, país de origen, etc., etc. Recuerdo un comentario que hice en EOC contando la historia real de un paraguayo conocido mío que empezó trabajando como peón de albañil en una escuela secundaria y hoy es uno de sus profesores y candidato a ser el próximo Director tras un tremendo esfuerzo de voluntad, superando mil dificultades, una historia que si mal no recuerdo a Ud. le agradó tanto como a mí.
Ahora bien, si (todos) los bolivianos son como los nobles quinteros que se afincaron aquí ¿por qué Bolivia es un desastre como país? Creo que es la confirmación de que lo que existen son las excepciones y que algo extendido falla en muchas personas de ese país a la hora de relacionarse socialmente en un proyecto común superador (¡hablo como si los argentinos fuéramos suizos…jajaaa!) Generalmente encuentro algunas respuestas en la fuerza de las tradiciones histórico-culturales como promotoras o no de evolución, civilización o calidad de vida. Por ejemplo, una diferencia de origen notoria entre aquel analfabeto europeo y el analfabeto sudamericano actual es lo real concreto que produjeron previamente sus respectivas culturas, no hay mayormente un deseo de ‘m´hijo el dotor’ en las nuevas mayorías migrantes. Son admirables sus laboriosos esfuerzos produciendo verduras u otras tareas básicas de supervivencia, pero eso no alcanza para construir modernidad; para eso se necesita de una trascendencia mental que hasta ahora sólo la ha podido llevar a cabo lo que llamamos Occidente.
En fin, qué de agujeros que dejo en este comentario, ya lo sé. Pero mire la hora que es, don Enmasca… hasta luego!
Gus VF, amigo. Su análisis deja de lado un factor fundamental típico del emigrante de cualquier país que se va del suyo para progresar económicamente.
Ese factor es el coraje y la decisión de irse de su tierra a otro país, y no es de ninguna manera un coraje generalizado ya que la mayoría de la gente nace, vive como puede y se muere en su patria.
Y la otra parte de ese factor es del querer mejorar su calidad de vida y asegurarse un futuro mejor que el que tenía en tierra aunque tenga, inicialmente, que aceptar un trabajo que en su propio país no hubiera hecho de ninguna manera y muchos afrontan enormes sacrificios como estar sin ver a su familia durante años por ser ilegales en EE.UU. o Europa. Y además, por esa condición irregular encima los explotan los locales o los negrean en salarios.
No es fácil emigrar y adaptarse a la vida en otro país, no todo el mundo que emigra logra adaptarse y son muchos los que viven añorando su país y caen en la melancolía aunque les vaya bien económicamente.
El desarraigo pesa y pesa mucho, sobre todo cuando se tienen hijos chicos que se terminan transformando en perfectos ciudadanos del país receptor y pierden raíces y códigos culturales con sus parientes argentinos.
Hacer amigos extranjeros a los 30 o 40 años viniendo de otro país no es tarea tan simple sobre todo con el estilo de amistad estrecha que el argentino tiene en su país. No existe la "barra" de gomías del barrio o del club, las relaciones personales son más distantes, no hay ese ping pong de charla entre picaresca e ingeniosa típica de las mesas de café argentinas y se extraña eso, la sensación es como la de jugar a la pelota paleta o al squash con una pelota hecha con medias. Tirás un fuerte pelotazo contra el frontón y la pelota, en lugar de rebotar con fuerza, cae al piso a 20 cms. del frontón...
¡Te querés matar de que no pescan una!
Y esto sobre todo es válido para la gente de clase media o de clase media baja porque los más sofisticados intelectualmente o de mayor poderío económico se vinculan más fácil con grupos similares locales, con el toque de sofisticación, frivolidad y cierta distancia emocional típica de las clases altas con plata vieja de cualquier país. Y de esos, hay pocos en el exterior porque al que le va bien económicamente en su país, no emigra... O va a estudiar o a trabajar por algunos años, pero no a quedarse toda su vida, dicho esto en general porque siempre hay excepciones.
A veces me sonrío de lo fácil que les parece a muchos argentinos hablar de emigrar y romper definitivamente con Argentina aunque no hayan vivido ni 5 meses en Uruguay... Tienen una visión un tanto idealista de la emigración y de los precios afectivos y emocionales que se pagan por ella.
Y más gracia me causa cuando algunos de esos argentinos emigrados y a los que les va muy bien afuera, pululan en los blogs argentinos ya sea para criticar o para tratar de dar ejemplos de cosas que se podrían hacer para mejorar nuestro país.
Y es que en el fondo, y aunque muchos se resistan a aceptarlo, a la gente buena y decente nos duele en el alma que nuestro país no pueda funcionar medianamente bien en términos de progreso, cultura cívica, educación y calidad institucional.
Y no tiene que ver con el patrioterismo berreta de algunos, sino que es más profundo y básico y se siente en el corazón: mal que nos pese, Argentina es nuestro país y duele en el alma ver cómo lo hemos (unos con una mucho mayor culpa que otros obviamente) pelota respecto a lo que hicieron nuestros abuelos o antepasados que se partieron el traste para hacer un gran país con trabajo y donde nuestros hijos iban a vivir mejor que nosotros.
Quise decir: "...cómo lo hemos HECHO
pelota..."
Don Enmasca, cuando digo que los “nobles quinteros” bolivianos son la excepción dentro de su propia sociedad de origen es precisamente porque les reconozco el coraje y el deseo de mejorar sus vidas, algo que por distintas razones no pueden desarrollar en su país. Por supuesto que también los hay temerarios, o simples incentivados a radicarse acá gracias al 1voto=1ChoriPlan con que se premia aquí a los pertenecientes a determinadas colectividades sudamericanas.
Seguramente recordará que si bien mi experiencia personal como emigrante es igual cero, en 1979 uno de mis amigos más íntimos se radicó en Canadá, al que le siguieron después varios más (de todas las clases sociales) a Europa y desde entonces guardo sus cartas, mails, más las incontables charlas telefónicas sobre este tema, que desde entonces nunca me fue ajeno. Así que ahora don Enmas podría imprimir y guardar su comentario junto a aquellas viejas cartas sin desentonar ni un poquito, ya que todas hablan básicamente de esas mismas vivencias y difíciles decisiones. Además pertenezco desde hace 20 años a una escuela internacional que dicta cursos en muchísimos países de todos los continentes, lo que me permitió conocer a gentes de muchas nacionalidades y seguir en contacto con los argentinos que aprovecharon esos cursos para terminar radicándose en… todos lados. A mediados de los ’90 estuve a punto de hacerlo, pero por una grave enfermedad de un familiar muy cercano, desistí.
De mis amigos más cercanos sólo uno volvió, el más apegado a las costumbres argentinas, (algunas de ellas a mi modo de ver muy malas, pero igual lo quiero) el más familiero y barrial y de tranquila posición económica. Los demás la pelearon afuera duro, muy duro, pero cada uno a su nivel y en promedio les ha ido más que bien, me llaman o me escriben porque la niñez y la adolescencia no se olvidan (esas cosas sí que son la patria), me reprocharon en su momento por qué no los seguí, se conmueven con lo que aquí pasa o nos puede pasar a sus familiares y a mí, pero ninguno piensa en volver salvo para visitarnos. Los conozco muy bien y sé que no hay impostura en ellos. Sus logros son evidentes, dos de ellos son destacados profesionales, además de poder vivir acorde a sus convicciones éticas sin sentirse marcianos por ello. Quien logra mudarse a un barrio decente no desea jamás volver a una narco-villa miseria, que es lo que Argentina es hoy en el mundo.
Tengo fama de siempre recomendar irse de este país, incluso entre los que me recuerdan en este blog. Pero nunca lo recomendé a quien tenga más de 25/30 años. Después empieza a ser cada vez más una locura irresponsable. Con mis +50 extra-large ya no tengo ganas ni de mudarme de barrio. El otro día mi madre de +80 también extra-large, que vivió arraigada toda su vida en el mismo pueblo (ahora ciudad) que su padre, quien a su vez fue uno de sus primeros pobladores, me dijo “¿Y si nos vamos al Uruguay?”. Tá loca la vieja, pero la entiendo. Es su angustiante sentimiento de exilio en su propio país-barrio lo que le hace decir esas cosas.
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