30 de julio de 2014

Mas sobre la cultura y la memoria


El teatro no lo persiguieron, si bien, por ejemplo, la primera obra del dramaturgo Marco Antonio de la Parra, Lo crudo, lo cocido, lo podrido (1978) no la pudo presentar en la Universidad Católica. Según leí, esa primera obra trasuntaba el ambiente de encierro que se vivía por esos años. Esa es la visión de la Izquierda, omitiendo el mundo kafkiano de la UP. Entonces, ¿Cómo se explica el teatro Ictus? A fines gobierno militar me toco trabajar con el empresario Roberto Nicollini, quien durante un verano arrendo unos locales del centro comercial que queda 8 Norte con San Martín, los cuales los convirtió en salas de teatro. Él traía a los actores de Santiago y de telenovelas a actuar en Viña, quienes tenían cerca de 30 años. Todos eran opositores al Régimen Militar.

 Asimismo, recuerdo que hubo una compañía de teatro que consiguió que una sección de un pasaje que queda en la calle Quinta con Valparaíso, en que presentaron una adaptación de la novela Pedro Páramo. En el teatro Municipal de Viña fui a ver el musical El Hombre de la Mancha de una compañía de teatro argentina y el Violinista en el Tejado, pues había visto las películas por la televisión abierta.

 Naturalmente, a los actores izquierdistas no les gustaban las obras que se transmitía por televisión del actor español Pepe Vilar.

 Igualmente, recuerdo que estando en la enseñanza media a mi curso nos llevaron al teatro municipal de la Ciudad Jardín a ver una obra de teatro griego. No sé si Sófocles o de otro dramaturgo. Tampoco sé si fue a todos los establecimientos, ya sea colegios o liceos. Supongo que la obra estaba dentro de los programas del ministerio de Educación.


La Izquierda emplea el mismo sistema de divulgación para sus obras a través de kioskos, que tanto le criticaron al economista Joaquín Lavín con su libro La Revolución Silenciosa, en la que él mostraba que las personas podía acceder a buenos libros y música comprando una revista determinada. Si es que no me equivoco, Lavín se estaba refiriendo a la colección de libros de la literatura universal y de habla castellana que sacó la revista Ercilla. Luego vino la colección de música clásica a través del casete. La zurdería distribuye la teleserie Los Archivos del Cardenal en forma DVD. La Izquierda tiene que agradecer la empresa norteamericana que inventó el disco compacto, que revolucionó el sonido. De lo contrario, no lo podrían vender. El otro formato, aunque poco amigable sería el video VHF. En realidad, no hubo apagón cultural como sostiene la Izquierda, pues gracias a la apertura comercial empezaron a llegar libros que solamente accedían a una minoría. Tanto es así, que cuando dieron por la televisión grandes miniseries como Raíces, Centenario, Vientos de Guerra, Shogun y Marco Polo se podían encontrar los libros en que se había basados esos espectáculos.

               

 A mí me gustaba el tema de Marco Polo y de la primera serie épica estadounidense, Centenario.

 

 A fines del Gobierno Militar, había una librería pequeña por el local, Altazor, que se encontraba uno Norte con Libertad cuyos libros eran de gusto de los profesores de literatura, filosofía e historia y escritores. Y por tanto, eran caros. Al dueño de esa librería le fue tan bien que después se mudo a un local más grande y céntrico, en la galería que se conecta con el cine Arte y el café Samoiedo, por la calle Arlegui. Mientras escribo este post, encuentro una remembranza del poeta viñamarino, Sergio Madrid, quien escribe : “El ambiente literario de los ochenta en Viña del Mar giraba en torno a la librería Altazor. Fue lugar de tránsito, reunión y camaradería. Asimismo, era lugar de eventos públicos y centro operacional para muchas actividades. El caso es que se trataba del punto confluencial de todos los poetas que andaban por la zona: por ahí pasaron Gonzalo Millán, Enrique Lihn, Nicanor Parra, Omar Lara, José Donoso, etc., lanzando libros y revistas, por nombrar tan solo a algunos poetas y escritores que no vivían en la región. Y estos encuentros no carecían a veces de ciertos incidentes propios de la época, como sucedió con Lihn cuando fue censurado en la Sala Viña del Mar, y se hizo una presentación de emergencia en las afueras de la librería Altazor, ubicada en Uno Norte con Avenida Libertad. O como cuando Nicanor Parra lanzó su libro Los Sermones del Cristo del Elqui, y Rodrigo de La Sierra, poeta que por entonces era alférez en la Escuela Militar, lo increpó, defendiendo el régimen militar ”. Cuando iba en la enseñanza media y pasaba por ahí, no sabía que era tan importante. Y así hablan del supuesto apagón cultural. En esa librería supe de la existencia de la editorial española Alianza Editorial y de otras.

 Otra librería que tenía buenos libros, por cierto esotéricos, estaba en otra galería. Todavía los malls no estaban masificados, salvo el Parque Araucano, que era toda una aventura ir para allá. Los libros esotéricos también son caros. A eso señor también le fue bien, que se mudo a un local más grande cerca de la tienda de ropa masculina Ferrucci. Ahora volvió a la galería donde comenzó.

 El economista argentino avecindado en España, Carlos Rodríguez Braun en su conocido Diccionario Políticamente Incorrecto en la sección de la letra O alude al fallecido actor inglés tanto de dramas como de comedias, Peter O’Toole. Braun cuenta brevemente que el actor inglés fue invitado a un programa de televisión de España, y cuando se le preguntó por la crisis del teatro, su respuesta fue la siguiente: “así, las cosas están mal, pero yo espero que algún día se acaben los manejos políticos y los subsidios, para que el teatro mejore”. Por haber dado esa respuesta, nunca más lo volvieron a invitar.

 Para el cuarenta aniversario del pronunciamiento militar o de nuestra segunda independencia, el médico, psiquiatra y dramaturgo Marco Antonio de la Parra dijo lo siguiente en una entrevista a la revista Paula sobre la figura del torturador, naturalmente en el Gobierno Militar, olvidándose de lo que hubo en la UP : “El torturador es una figura compleja. Oficio de sicópatas, convoca a sádicos que encuentran un rumbo organizado donde dar rienda suelta a sus impulsos. Figura más complicada es la del colaborador de la tortura donde uno encuentra personalidades aparentemente normales, desde el que cree que está en guerra y que eso justifica los medios, al que ha ido cayendo en este rol casi sin darse cuenta, abúlico, sin conflicto moral hasta que, algunos, rompen en una crisis personal y se ven obligados a cuestionarse. El sistema los silencia y su relato debe escucharse. Es durísimo acercarse y comprobar que, quizás, muchos podríamos haber caído en ese círculo”.

 Asimismo, Marco Antonio de la Parra sostiene en esa entrevista que conoció el testimonio de supuestos torturados y torturadores, que se fueron a confesar con él. En la Unidad Popular justificaban la tortura para alcanzar el socialismo marxista leninista. ¿Qué raro que no se haya enterado de las torturas que realizaba el jefe de la Policía de Investigaciones (PDI) a los opositores al gobierno de Allende? De hecho, al joven parlamentario Luis Maira justificaba todos los atropellos enumerados por el Acuerdo de la Cámara de Diputados, entre ellos la flagelación y la tortura. En realidad, la tortura venía practicándose desde el gobierno del demócrata cristiano, Eduardo Frei Montalva.

 El dramaturgo podría psicoanalizar a Allende, al comandante ‘Pepe’ del Mir, Altamirano, a los militantes del Partido Socialista que optaron la dictadura del proletariado y la vía armada. O preguntarse cómo la universidad creó monstros dispuestos arrasar con todo: de Lenin a Ho Chi Minh. Los grandes monstros del siglo pasado, todos pasaron por la universidad. Obviamente, me estoy refiriendo a la creación del grupo terrorista Mir que nació en la Universidad de Concepción.

 La morbosidad de la Izquierda no tiene límites, pues, mientras buscaba sobre la obra UP del dramaturgo mencionado, en La Nación chilena llegue a una obra de teatro basada en la trágica muerte del matrimonio Luchsinger-Mackay ocurrida en enero del 2013. La obra se titula Millonarios. Trata de los abogados de un estudio que defienden al comunero y que, además, odian la cultura mapuche. Eso es una arista. La otra parte tiene que ver como dice el director y dramatugo, Alexis Moreno: “la segunda, tenía que ver con la noción de los millonarios y su relación con el poder", como el matrimonio quemado fuesen unos millonarios.


Para la actriz de ascendencia alemana, Alexandra von Hummel sostiene que: "la idea es que uno pueda generar una conexión sensible con estos temas, fuera de lo racional o convencional, pensando desde la ficción". Me imagino que la actriz mencionada tiene que ser como los culposos pijes de antes, que se sentía avergonzados de su buena cuna. Por eso la obra se llama Los Millonarios. Quizás le avergüence la colonización alemana, en el sur. En Chile, abundan los culposos. Ahí tenemos al escritor Arturo Fontaine participando como directorio del Museo de la Memoria y reseñando cada documental, cada montaje teatral y película relacionada con el gobierno cívico militar solo porque su padre, el periodista Arturo Fointaine Aldunate y autor del libro Los Economistas y el Presidente Pinochet fue partidario ese gobierno.

 Según el director del Los Millonarios: “el texto responde a una urgencia de crear y a la necesidad de retomar la comedia negra a partir de temas abyectos, con el fin de denunciar los vicios de un país que ha perdido toda idiosincrasia e identidad”. Si se trata de temas abyectos, la Izquierda tiene todo un prontuario que no desea que sepan, desde la traición de Allende como agente de la KGB.

 A Jorge Edwards, quien era diplomático en París, cuando vino el pronunciamiento, renunció, valga la redundancia, no se ha pronunciado sobre la célebre frase que no era Presidente de todos los chilenos, dejando a los chilenos que no eran de Izquierda en la indefensión y del intento totalitario de ese gobierno. Es muy frívolo. Según él, Allende no sabía de economía. La Izquierda todavía pro comunista lo odia por su libro Persona non grata.

 Otro escritor, a quien tuve la oportunidad de conocer, José Donoso, porque una señora amiga de mi padre, que tenía una librería en el Pasaje de Cousiño, lo trajo para Viña a fines del Gobierno Militar, no se le ocurrió escribir una novela basada en el avasallamiento a las libertades en la Unidad Popular. En cambio, sí, escribió la novela Casa de Campo para referirse al Gobierno de las Fuerzas Armadas en modo metafórico.

 Para terminar ese tema que me ha salido largo, podemos concluir que los diversos personajes que componen el mundo cultural de la Izquierda chilena, ya sea músicos, pintores, dramaturgos, novelistas, poetas y documentalistas, han tenido cero autocrítica sobre el peor gobierno de la historia de Chile, que quiso quitarnos las libertades. Cero honestidad,

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