15 de septiembre de 2014

El papa y la presidente

4 comentarios:

Sergio dijo...

Cuando la escucho así de apasionada me renace algún tipo de esperanza en mi país.
Nunca me arrepentí de haberla votado y seguramente vuelva a hacerlo.

Unknown dijo...

Sergio, ya somos dos. La parte que más me interesa de su discurso es la coherencia de su lucha contra la corrupción y sus denuncias de la connivencia de políticos con el narcotráfico, a las que el tiempo y el devenir de los hechos han demostrado que tenía razón.

Gus VF dijo...

Somos tres. Siempre la voté, salvo alguna vez que preferí a López Murphy. Cuando sacó el 1,8 también estuve ahí, a mucha honra. Hubiera sido muy interesante encuestar en el sentido ético y moral a los que hicimos aquel aguante, y no es que me considere una joyita, pero hay que ser un lisiado moral y mental para no interpretar su carrera en la política y sus muchos gestos de coherencia y sus estrategias con buena leche, que fueron únicos en el espectro político y que pueden parecer extraños y alambicados para la mayoría porque corresponden a un ámbito que supera la mera política partidaria. Me sucede que, después de escucharla a ella, escuchar al resto de los políticos y analistas que pululan en los medios es bajar 10000 metros en el nivel de elaboración intelectual, compromiso y decencia. Se puede (y se debe) discrepar en varias cosas con ella, pero considero que es de canallas mostrarse indiferente a su lucha y a sus convicciones. Nadie puede decir que la Argentina carece de una alternativa con intenciones éticas a la hora de elegir un candidato.

Ningún respeto me merecerán las personas que voten por cualquiera de las alternativas NARCOPERONISTAS que se presentarán el año que viene. No tengo empacho en decirlo porque a esta altura creo que “dime a quién votas y te diré quién eres”. En este país ya no creo más en los “inocentes equivocados”. Los voy putear tanto que me van a tener que echar de este blog por maleducado y quilombero.

Unknown dijo...

Gus VF, me alegra confirmar que Ud. también está entre los muchos que creemos que el problema político principal de Argentina es de índole moral y que se muestra claramente en la falta de honradez y decencia de la mayoría de la dirigencia política de los principales partidos nacionales.

El mal ejemplo moral de la dirigencia permea hacia abajo de toda la estructura social y, en aquellas familias donde no hay creencias en la honradez y en el valor del trabajo decente (aunque haya instrucción universitaria), se adopta el modelo corrupto y facilista de pasarse la ley por el traste y se incorporan al sistema que nos viene destruyendo como país.

Me resulta cómico escuchar que muchos periodistas y políticos le critican a la Dra. Carrió su fuerte temperamento y su vena autoritaria, mientras que son admiradores de Evita o apoyan a políticos que parecen líquidos que adaptan su forma según el recipiente que los contenga o, peor aún, que sostienen que la Argentina necesita que lo conduzcan con mano dura sin darse cuenta de que con la aplicación de la Constitución y de la ley integralmente, con jueces y fiscales serios y no los mamarrachos zafaronistas, alcanza y sobra.

De política podré entender poco, pero de conducir gente a lo largo de 40 años de carrera sé bastante y cuando el jefe es estricto en el cumplimiento de sus obligaciones, no admite corruptelas ni agachadas, y sobre todo da el ejemplo y actúa conforme a lo que predica y exige, la tropa lo sigue y se adapta.

El pescado se pudre por la cabeza aquí y en todas partes.