10 de noviembre de 2014

Hoy somos nosotros

7 comentarios:

Anónimo dijo...

en fin... festejar la libertad por la caida del muro de Berlin es como festejar la liberacion de presos en la Toma de la Bastilla, un mito que no pasa de lo simbolico

BlogBis dijo...

Anónimo (supongo que el de siempre), lo de mito no va con esto que fue un hecho concreto y tangible y que le cambió la vida a un país, y en especial a los miles que durante 28 años vieron imposible reunirse con sus familias.
Iba a borrar tu comentario, pero como es usual, prefiero dejarlo para tu propio escarnio.

Anónimo dijo...

...y despues le tiras mierda al 17 de Octubre, concreto y tangible, que le cambió la vida a un país, y en especial a los miles que durante mas de 1 siglo vieron imposible el vivir dignamente con sus familias.

...segui borrando y tapando el sol con la mano, asi te vá

Sine Metu dijo...

Sin dudas que el 17 de octubre de 1945 le cambió la vida al país.
Convirtió a la Argentina en el único experimento fascista de posguerra.
Le cambió la vida los miles de miembros del partido que se hicieron millonarios.
Arruinó a miles de inmigrantes que habían venido a hacerse la América y terminaron perdiendo lo mucho o poco que habían logrado.
Y recién nos enteramos de dónde estábamos y dónde pudimos haber estado cuando treintaypico de años después pudimos ver lo que pasaba en el resto del mundo.
El 17 de octubre de 1945 es el día más triste de la historia argentina.

Sine Metu dijo...

Eso sí, el pelotudo del anónimo se equivocó de post.

carancho dijo...

Este anónimo imbécil... ¿practicará para ser tan boludo o le saldrá en forma espontánea?
Qué intriga, che.

Unknown dijo...

Lo que tiene de simbólico un hecho como la caída del Muro y el derrumbe de la RDA es que muchos soretes de la Stasi y del aparataje bolche se quedaron sin pelotas para defender su sistema tan querido y, además, los dejaron sin laburo y a varios los juzgaron en la RFA por su conducta criminal contra otros alemanes.

Es lo bueno de algunos mitos que resultan ser hechos, tienen la contundencia real de un balazo en la cabeza o de una reclusión perpetua.