24 de octubre de 2016

Grandes éxitos progres


Días después del nuevo intento de implantación de la neolengua nacida de la ideología de género y del primer "paro de mujeres" resulta que un tipo se rayó y se cargó a media familia.

Ya me parecía a mí que eso de salir a la calle a manifestarse no iba a convencer mucho a los portadores de testículos patriarcales que se dedican a maltratar a sus parejas o ex parejas. No sé, digo yo. Creo que no se les pasó lo mismo por la cabeza a esos heroicos biohombres y biomujeres que presumen de querer resolver todo con proclamas e ingeniería social.


5 comentarios:

carancho dijo...

En serio, hay algún modo de impedir que un miserable como este tipo liquide una familia? A mí no se me ocurre ninguno.

Sergio dijo...

Pero solo véale la carita.

raúl dijo...

Estimada carancho: quizá sea necesario poner a todos los machos del país bajo vigilancia del Gran Hermano,o asignarles una custodia policial, o prohibir las parejas heterosexuales, con el fin de impedir el acercamiento entre hombres y mujeres.Ëstas parecen ser las soluciones propuestas por la inmensa mayoría de la pelotudizada casta periodística opinadora,como el imbécil de Majul, que hoy dice que la vaca estúpida no hizo ninguna ley contra la "violencia de género" o a favor del fascista (esto lo digo yo), cupo femenino.
Lo terrible de todo esto es que esta sociedad descerebrada es incapaz de relacionar causas con consecuencias. Muchos de los que condenan estos crímenes votaron alegremente a esos nefastos personajes que, desde Duhalde en adelante, favorecieron la más absoluta impunidad con el nefasto abolicionismo penal zaffaroniano, personaje inmundo que fue elevado a miembro de la CSJ a pesar de ser un evasor serial y tener de pareja a un secuestrador convicto. Ni hablar de los prostíbulos que funcionaban en sus departamentos alquilados, hecho descubierto posteriormente-
Y esa doctrina abolicionista es enseñada en todas las facultades de Derecho, al punto de que he leído dictámenes de fiscales que más parecen abogados defensores de los criminales, que fiscales ejerciendo la vindicta pública.
El 54% de un pueblo de ovejas, que votó a la HDMP, se asusta ahora de la violencia brutal que se ha instalado en la sociedad.Durante 12 años fuimos sometidos a la violencia verbal desde el atril, mientras los zombies compraban electrodomésticos en 50 cuotas, o vivían sin trabajar cobrando subsidios de todo tipo. Entretanto, los criminales se hacían un picnic con la vida de sus víctimas, mientras la gente olvidaba sus penas con Tinelli y demás escoria de la TV argentina.
Lo malo es matar, no a quién se mata.Pero los Majul, Morales Solá, Fernández Díaz, van der Kooy y demás se suman a la pelotudez generalizada.

carancho dijo...

Raúl: no me atrevo a relacionar esta violencia con la política. La violencia entre parejas no. Ojo, puedo estar equivocada, dudo que alguien tenga la solución para esto.
Tengo 3 hijas. Y mi enseñanza es muy simple, me la enseñó mi madre a mí, y se las machaqué a ellas desde que eran chiquitas: ningún hombre te pega. Ninguno. Ni tu marido, ni tu amiguito, ni tu novio. Ninguno. Si lo hace, lo dejás de inmediato. Esos tipos son como tigres cebados, le encuentran el "gusto" y no lo dejan jamás.
Por lo demás, coincido con su último renglón: lo malo es matar. A quien se mata es sólo un detalle.

raúl dijo...

Carancho: la violencia familiar es una muestra de la violencia que se fue instalando progresivamente en la sociedad, sin poder especificar exactamente cuándo comenzó. Pero la tarea de embrutecimiento colectivo ha sido muy exitosa. Sólo basta observar la violencia de las conductas en el tránsito, en los arbitrarios cortes de calles y piquetes, en las agresiones a médicos y enfermeras en los hospitales, en las teatrales polémicas televisivas, plagadas de insultos y agresiones, y un largo etcétera. Todo ello, sumado a la falta de sanciones, se ha hecho carne en mucha gente, con los resultados esperables.
Creo que sí, que la política tiene mucho que ver en la disolución moral individual y colectiva que padecemos. Y la impunidad es el factor agravante por excelencia.