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Las personas que piensan como yo califican el segundo gobierno de Michelle Bachelet de populista, cuya principal característica es repartir bonos como si el dinero no se fuese acabar. Estamos un bonocracia. Esa es la palabra que uso un bloguero chileno. Además, el populismo tiene otros rasgos, entre los cuales se encuentra endiosar el Estado y dejar a los particulares como incompetentes. El paro de los funcionarios estatales que lleva varios días ha mostrado que los incompetentes e ineptos son los que defienden los servicios estatales como si fuesen muy superiores a los servicios que ofrece un particular.
Ahora bien, en su último viaje a las Naciones Unidas, Michelle Bachelet dijo en el foro internacional , en septiembre: “No es tiempo de tomar la vía fácil pero destructiva del populismo”. Si lo dice la no médico, estamos bien.
Esas palabras las dijo antes de la elección municipal de este año. Previamente había dicho: "Conozco las dificultades de llevar a cabo los cambios, pero también conozco la esperanza de ver un nuevo horizonte", La mayoría de los chilenos rechazan los cambios que ella desea llevar.
Agrego: "el malestar de los ciudadanos es expresión de una desilusión. De la promesa de desarrollo que anhelan (...) Ellos están hoy más alertas y empoderados". Bachelet sigue hablando como si los chilenos estuviésemos aburridos del modelo neoliberal como le llama despectivamente la Izquierda a la vez son contrarios a su idea de desarrollo, donde el eje es el Leviatán.
A mediados de octubre pasado, La Nación de argentina publicó un artículo titulado “Chile una tardía regresión populista”. Comienza afirmando que “el modelo chileno” se ha basado en que hemos tenido buenas instituciones como política de Estado. O sea, está hablando de reglas del juego clara.
Luego compara que la situación chilena desde el punto de vista de la economía en tiempos de Allende era similar a la Argentina: “Un país cerrado al mundo, con industrias no competitivas, altos aranceles de importación, sistema laboral rígido y mecanismos para dirigir las actividades económicas desde el Estado”.
Compara la Unidad Popular con la Venezuela actual, cosa que ningún político de la Nueva Mayoría ha hecho, entre Andrés Velasco, Ricardo Lagos o Eduardo Frei Tagle, pues según ellos, lo que ocurre en ese país es similar al Gobierno Militar. Nada más falso: “De la euforia al caos, se desmoronó el salario real, cundió el desabastecimiento y proliferó el mercado negro”.
Después afirma que el Gobierno Militar tuvo que partir de cero a igual que la Alemania del oeste con Ludwig Erhard en 1948: “Primero devolvió empresas y fundos a sus anteriores propietarios y luego intentó un modelo único en América Latina, basado en el derecho de propiedad y en la libertad económica”.
Productos de las reformas, la confianza creció en los chilenos. Da cifras.
Menciona los gobiernos de la Concertación que mantuvieron el modelo a tal punto de reducir los aranceles al 11%. Patricio Aylwin, Eduardo Frei Tagle, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet “hicieron posible la difícil conjunción entre crecimiento económico y apertura política”. Lo que omite el articulista que la Concertación mantuvo el modelo económico y las instituciones, entre la Constitución por puro pragmatismo, no por convicción. El resultado de ese engaño a los chilenos es, pues, el Programa de la Nueva Mayoría que pretende barrer con las bases político económico de los “Chicago Boys”: la retroexcavadora. Bachelet desea terminar la obra de Allende.
Más adelante, el mismo artículo compara Chile y Argentina en varios ámbitos, saliendo favorecido el primo, no por adulación, sino con datos duros: “El éxito chileno se refleja en índices sociales, desde la mortalidad infantil hasta la esperanza de vida al nacer; desde la tasa de alfabetización hasta el primer lugar en América latina en las pruebas de evaluación de estudiantes de 15 años (PISA)”. Destaca, asimismo, la cantidad de jóvenes que se gradúan de la universidad.
Hace otra comparación: “Chile es un país seguro: tiene la menor cantidad de asesinatos de la región. Su población confía en los carabineros; los argentinos pensamos que los delincuentes son los policías”.
La Nación destaca los beneficios de economía abierta al mundo. Las empresas crecen sin protección y exportan sin subsidios. Los chilenos compran productos baratos de todas partes del mundo y los argentinos en los fines de semana largo viajan a Chile a compran: “Con la economía abierta, los chilenos acceden a automóviles y electrodomésticos baratos, sin que por ello haya desocupación, como el proteccionismo atemoriza en nuestro país. Durante los fines de semana largos, las fronteras colapsan de argentinos que cruzan a comprar allí, fuera del corralito nacional y popular”.
En lo que se equivoca el articulista en que sostiene que Bachelet “prometió modernizar el país” con más impuestos a la gente más rica y la educación gratuita, más bien volver Chile a la situación económica que habían hasta 1973, donde predominaba el Estado como motor del progreso y desarrollo.
Se refiere a los efectos negativos por todos conocidas que tuvo la reforma tributaria para financiar el gasto público: “La reforma fiscal para financiar la explosión de gasto público tuvo efectos muy negativos para la inversión y el crecimiento”. Vaticina que la deuda pública subirá “al pasar de 32.000 millones de dólares a más de 62.000 millones”. Lo siguiente también lo sabíamos: “Cuando faltan los incentivos, se frena la economía”. En Chile se condena el lucro.
A los socialistas se les revuelve el estómago al presenciar el capitalismo exitoso. Por ello, promueven políticas igualitarias para nivelar hacia abajo, ya que el: “marxismo critica la desigualdad, aunque el nivel de vida de los menos favorecidos sean muy superior al que existía en el pasado o al de los países socialistas, donde todos son iguales en privación”.
El igualitarismo que tanto le gusta a la Izquierda se logra con represión y pobreza: “Ningún sistema político puede establecer un orden igualitario sin represión y pobreza”. Y nivelan hacia abajo como habíamos indicado: “En los experimentos socialistas, cuando se aplasta a la población en la prensa igualitaria, quienes accionan la manivela son los nuevos privilegiados, difícilmente inmunes a las tentaciones del poder”.
La movilidad social, según el columnista argentino, no se logra por derrame, sino ascenso. Él alude a la igualdad de oportunidades versus el igualitarismo. La primera necesita de un tercero para nivelar.
Según el autor, el éxito de Chile en los últimos 40 años se debió a los estadistas que resistieron la tentación populista. La ex Concertación se resistió a ello por puro pragmatismo, si hasta el ministro de Hacienda del gobierno de demócrata cristiano, Patricio Aylwin, Alejandro Foxley, quienes muchos de la ex derecha consideran moderado, no le importa la tremenda deuda que el país ha contraído. Además, ninguno de los ex gobernantes de la ex Concertación como Ricardo Lagos o Eduardo Frei Tagle, excluyendo, naturalmente, a Bachelet, no han dicho nada del gasto público descontrolado, y que alcanza el 24% del PIB.
Según el autor, el éxito de Chile en los últimos 40 años se debió a los estadistas que resistieron la tentación populista. La ex Concertación se resistió a ello por puro pragmatismo, si hasta el ministro de Hacienda del gobierno de demócrata cristiano, Patricio Aylwin, Alejandro Foxley, quienes muchos de la ex derecha consideran moderado, no le importa la tremenda deuda que el país ha contraído. Además, ninguno de los ex gobernantes de la ex Concertación como Ricardo Lagos o Eduardo Frei Tagle, excluyendo, naturalmente, a Bachelet, no han dicho nada del gasto público descontrolado, y que alcanza el 24% del PIB.
Para el columnista argentino, Bachelet no debiera escuchar “la voz de la calle”. Lo que no sabe el autor es que “la voz de la calle” o “Movimientos Sociales”, ya sea estudiantes, empleados públicos o los movimientos “Chile sin represa” o “No+AFP” es la extrema izquierda que quiere crear un conflicto donde no hay, haciendo creer que la mayoría de los chilenos están molestos sobre tal o cual cosa. Bachelet lo dijo: “Cuando la Izquierda sale a la calle, la derecha tiembla”. Ella piensa como “la calle”, ya que ésta la puso en el poder. Por tanto, resultan vanos estos consejos: “Bachelet debería estudiar lo ocurrido en nuestro país, donde todo parece gratuito, pero nada funciona. Ni la educación, ni la salud, ni la seguridad, ni la justicia”. Todo lo que están en manos del Estado en Chile no funciona.
Mientras pensaba que tema abordar en mi blog, llegue a un artículo que público la revista Que Pasa, de los profesores Cristóbal Rovira, profesor de la Universidad Diego Portales, y Kirk A. Hawkins, profesor de la Brigham Young University, Chile ¿Un país inmune al populismo? De hecho, al formular el tema como pregunta y no afirmado dan la posibilidad de dos alternativas. No voy a entrar en detalles de la metodología. Sin embargo, para los autores de acuerdo a metodología que ellos usaron el segundo gobierno de Bachelet no sería populista. Podemos dormir tranquilo. Al contrario de la definición de populismo dado por Alex Kaiser en su último libro El engaño populista. En efecto, los profesores Rivira y Hawkins afirman: “Quienes plantean que Michelle Bachelet ha ido desarrollando una retórica populista están equivocados: sus discursos tienen un marcado tono pluralista”. Cuando ella ha hablado de diálogo, se ha referido que aprobar su Programa si o si. Los profesores se olvidaron que ella no escuchó ni a los apoderados que mudaron a sus hijos a los colegios particulares subvencionados ni a los sostenedores de éstos últimos, quienes tantos los unos como los otros eran contrarios a la reforma educacional. Asimismo, tampoco escucho a quienes se opusieron a la reforma tributaria.
¡Qué lejos está la derecha chilena de las palabras del ex presidente norteamericano, Ronald Reagan! Este dijo:"El éxito de la beneficencia estatal se mide en función de cuanta gente deja de necesitarla, no se mide en función de cuanta gente es capaz de alcanzar el estado". No voy citar las palabras de un político chileno, sino simplemente voy a citar parte de un informe del Instituto Libertad y Desarrollo , donde hablan del Bono Mujer, que está dentro del Bono Ético Familia. Según los investigadores, este bono “no estarían siendo efectivos para promover el empleo”. Concluyen que debiera focalizarse en las personas más necesitadas y evaluar su extensión en el tiempo. ¿En qué país creen que están? Los bonos son unos derechos permanentes.
Para el actual director de Libertad y Desarrollo, Luis Larraín y para el ex presidente y presidenciable de la coalición de la ex derecha Chile Vamos, en el país no estamos ante un gobierno populista.
¿Quién es La Nación argentina para calificar a Chile como populismo tardío?
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