El gobierno nacional ha seguido mostrando un preocupante grado de intolerancia frente a las críticas que le formula el periodismo. Anteayer intentó responsabilizar a LA NACION por las consecuencias de su propia incapacidad para desarrollar ante la sociedad un discurso coherente y por las reiteradas contradicciones en que incurren a menudo sus más altos funcionarios. (...) Las autoridades no pueden desconocer que la libertad de expresión es un pilar insustituible del sistema republicano y que cualquier gesto que tienda a vulnerar ese principio constituye un alzamiento contra esa libertad esencial, consagrada por la Constitución Nacional como una de las garantías básicas del régimen democrático. (...) Por lo demás, en las esferas oficiales debería recordarse que el periodismo tiene el deber de opinar, no sólo "el derecho de hacerlo". (...) El Gobierno no debería malgastar energías en atribuir intenciones oscuras a periodistas para disimular los extravíos o los fracasos de sus políticas y estrategias tendientes a garantizar el orden público y la plena vigencia de la ley. (...) El país necesita que toda su dirigencia -pública y privada- emita señales de madurez y responsabilidad, virtudes que no siempre han estado presentes, en los últimos tiempos, en quienes ejercen responsabilidades de conducción.
Editorial: El presidente y la misión de la prensa
La Nación - 31/7/2004
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