Habeas corpus, non bis in idem, affectio societatis, ad homine, res non verba, ad hoc y otros cientos de latinazgos siguen siendo parte del lenguaje jurídico, así como también de uso común entre personas medianamente instruidas como Michael Douglas, quien lo demostrara hace pocos días con un perfecto ejemplo.
Por otra parte, el Derecho moderno sigue empleando conceptos y principios que datan de más de dos mil años y que fueron acuñados a lo largo de generaciones de juristas romanos como Solón o Cicerón para citar solamente a dos bien conocidos.
Sin embargo, algunos de esos procedimientos se han dejado de utilizar, no tanto por el avance normativo sino por otras razones. Ningún defensor recomendaría a su cliente que fuera a juicio público vestido con su peor toga, despeinado y lloriqueando acompañado por su familia también llorosa y arrancándose los pelos. Bueno, los romanos así lo hacían con el fin de provocar la compasión del público y de los jurados. Como todos ya sabían que era esto parte de una representación, nadie se conmovía demasiado, pero todos esperaban que el acusado se presentase así y, si no lo hacía, se consideraba que estaba muy mal asesorado…
Otra pintoresca costumbre caída en desuso era la de la ceremonia de juramento antes de prestar testimonio en un juicio. El Derecho romano sólo reconocía capacidad de declarar como testigo en juicio a los varones libres mayores de edad. Los esclavos únicamente podían testificar si eran previamente torturados ya que se pensaba que, de no ser torturados, dirían solamente lo que su amo les ordenara… (¡Hmmm! Habría que considerar si no deberíamos restablecer este método para emplearlo con los funcionarios políticos que prestan declaración en base a lo que le hayan ordenado sus líderes…)
Veamos un poco de etimología: la palabra “testículos” proviene del latín testículus, compuesto por testis, que significa “testigo”, al que se le añade el sufijo “culus” que se utiliza como diminutivo; por tanto un testículo es un “pequeño testigo”.
Pero, ¿Qué tiene que ver todo esto con el hecho de testificar? Obviamente, los antiguos romanos no tenían Constitución escrita y mucho menos una Biblia sobre la que jurar decir la verdad. Aunque tenían a Júpiter como dios supremo también rendían culto a numerosos otros dioses, pero no se acostumbraba jurar por uno de ellos para decir obligadamente la verdad. Era aceptable por la Mos Maiorum (la costumbre ancestral) que, si un romano prestaba juramento público en el Senado mientras mantenía oculta una piedra en la mano, ese juramento no era válido. (¿Se van dando cuenta que las avivadas y los truquitos sucios no los inventamos nosotros?)
Por ese motivo, se obligaba a los hombres a levantar la mano izquierda para jurar por sus testículos, es decir a palpárselos al mismo tiempo con la derecha para atestiguar que lo que decían era toda la verdad y nada más que la verdad. La palabra atestiguar proviene del latín “testificare”, que está compuesto por testis (testigo) y facere (hacer); podemos decir entonces que atestiguar significa literalmente “tocarse los testículos”, pues así lo hacían efectivamente los romanos.
Lamentablemente esta ceremonia de juramento ha quedado en desuso y ha sido reemplazada por las habituales juras que todos conocemos y que, a juzgar por los juramentos de la mayoría de los políticos y el resultado de sus gestiones públicas, parece más bien que, mientras levantan una mano y colocan la otra sobre la Constitución o la Biblia, esos tipos poseen una tercera mano invisible con la que nos tocan los cojones a nosotros, burlándose.
14 comentarios:
Por júpiter, Enmascarado.
De aquí en mas palparé mis dos testigos cada vez que afirme algo en público.
Y las mujeres, que nos palpamos?
Ay... ahora que lo pienso... no sè si quiero conocer la respuesta.
Muy interesante, con la única observación de que Solón era griego, no romano.
Anónimo, muchas gracias por tu correctísima observación.
A esta altura del partido que confunda a Solón con Catón el Censor, el ferviente defensor del Mos Maiorum, es algo solamente atribuible a mi edad y a negligencia.
Gracias de nuevo por evitar que quede sin corregir un grueso error histórico.
Interesante. Le tengo que prestar atención a la historia clásica. Hace unas semanas terminé de leer el Anábasis, me impresionó bastante. Gracias por espolear mi curiosidad.
Gracias! Dn. Enmascarado.
Muy interesante y ameno, as always.
Y, como dijo Solón... la última gota cae en el pantalón ;)
Gracias por los comentarios a todos.
Nicolás, ¡pavadita de libro la Anábasis! Si te interesa la historia clásica te podés hacer un picnic con Roma.
Hay cientos de libros para recomendar según el aspecto que te interese de los romanos.
Me permito sugerirte también ver la serie de HBO (creo) llamada Roma ya que, por lejos, tiene la mejor reconstrucción histórica que he visto no solamente sobre los últimos días de la República sino también de la vida romana cotidiana en la época de Julio César.
De los clásicos autores romanos son muy recomendables: "La Guerra de las Galias" de Julio César, "Vidas Paralelas" de Plutarco, la "Historia de Roma" de Tito Livio, y "La Historia de los Doce Césares" de Suetonio.
Si querés tomar aspectos parciales de la historia romana, no podés dejar de lado a las Guerras Púnicas, a la Guerra Civil entre Mario y Sila, a los Gracos, y al período compartido entre Pompeyo, César y Craso.
Pero Don Julio César es esencial, así como Octavio Augusto, el primer Emperador.
¡Que te diviertas porque si te enganchas con Roma te puedo garantizar que te dura el metejón toda la vida!!!
Excelente, Don Enmascarado!!
Me parece que a las chicas mucha bola para testificar no les daban en ese entonces, no es así?
Muy interesante escrito Don Emma,
muchas veces lo imagino escribiendo con gestos de un extraordinario profesor de historia que he tenido,otras con la movilidad de Tato Bores y esta vez con el inolvidable Raymundo Soto,en sus"Noches Cultas".
Pregunta relacionada: se sabe si
la frase "se rasca el Higo " tiene alguna "Mos Maiorum" reconocida?
cuéntenos,si posible con las manos quietas...
Muchas gracias, Don Chori, Ud. siempre generoso en sus apreciaciones para conmigo.
Respecto a su inquietud etimológica creo esa expresión tiene su origen en una muy antigua costumbre masculina que viene de la prehistoria.
El primer registro escrito de una expresión semejante, se encontró en las ruinas de la antigua ciudad de Nínive, Asiria, cuando se localizaron 25.000 tablillas de arcilla con escritura cuneiforme que resultaron ser parte de la biblioteca del rey Asurbanipal.
Entre ellas, estaba el Poema de Gilgamesh. Este texto es la narración más antigua de todas.
Tal vez recordará que en él se cuentan las aventuras del Rey sumerio de Uruk, Gilgamesh, que vivió alrededor del 2.500 a.c., es decir, unos 500 años antes de que el poema fuera escrito.
Gilgamesh era un personaje semidivino y un rey glorioso. Pero era muy severo con los súbditos y aunque se se dedicaba a disfrutar de los placeres de ser rey.
El pueblo no era feliz porque, además, Gilgamesh exigía ejercer el derecho de pernada cuando se casaba una doncella.
La referencia a la frase aproximada que Ud. inquiere, se da en el Poema en la Primera Parte Canto XXXI, cuando el padre de una joven dice indignado:
"El divino Gilgamesh quiere "qí-bí-ma-uma a la nena. ¡Flor de tup-pí!, se pasa todo el día rascándose los
it-ti-ya y encima le va a sacar el qi-tu-Es." (trasliteración fonética porque no me escribe en acadio la computadora).
Jajajaja! Me temo que es simplemente una manera española más elegante de decir que se está rascando los "pequeños testigos", también conocidos tras los Pirineos comme les oeufs, con el sentido de no estar haciendo nada.
La información sobre las tablillas de Nínive y de Gilgamesh es rigurosamente histórica (aunque muy resumida) hasta el párrafo penúltimo.
Un abrazo.
Vir, muchísimas gracias. En esa época había mucho machismo, ¿vió? No es como ahora...
¡Como siempre, genial! Gran cultura y mucho sentido del humor
Jajajaja. Interesante traducción del Poema de Gilgamesh.
Me alegra saber que se divirtieron, Anónimo y Rolando. Muchas gracias por el comentario.
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