Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad.
4 de julio de 2013
4 de Julio
Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad.
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3 comentarios:
¿Cuál es el ridículo trauma de los argentinos de ofenderse si son “acusados” de ser “destituyentes”? ¿No hizo este gobierno ya demasiados “méritos” para ser destituido mediante un juicio político? ¿Acaso es ilegal hacer eso? Pienso en Nixon, en Collor de Melo…
Seguramente ese trauma tenga que ver con que en los países bananeros la función presidencial tiene un carácter sagrado, porque sagrado e intocable es el burocratismo estatal del cual usufructúa la mayor parte de la población, en especial quienes precisamente deberían iniciar las acciones legales, y malvada la iniciativa de los empresarios (los verdaderos, los no-prebendarios), a quienes con gusto y sin dudar sí meterían presos y despojarían de todos sus bienes si se enteraran de que pagaron el impuesto municipal con el 2do. vencimiento.
Asqueroso doble rasero, producto de una educación-adoctrinamiento en el que el Estado tiene connotaciones religioso-católicas en el mejor de los casos, heredadas de España, o que provienen directamente de primitivas mitologías tribales, en el peor.
Y se aplica tanto a la actualidad de USA como la de Argentina.
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