Para arrancar, tengo que anotar que me encantan los pubs. Los pubs británicos, no esta suerte de boliche cervecero con gatos viejos y barras infames que suelen llamarse igual en este lado del mundo. Me refiero a los bares tradicionales (dos o tres sigos de historia algunos) que con su definido carácter arquitectónico marcan la tradición de la bebida after work, el trago al pasar, y la comida casi a toda hora (dentro del rígido esquema horario de estas instituciones). Y digo "instituciones" sin exagerar, ya que mucho se ha escrito sobre el rol social de las Public Houses incluso como elemento vinculante del tejido social en áreas rurales, o de contención en áreas urbanas.
El caso es que especialmente me encantan los pubs centenarios (public houses, ale houses, gin palaces, stagecoach inns, etc) con sus techos bajos y oscuros, su piso alfombrado, sus magníficas barras, las estanterías de roble o de caoba, y los vidrios labrados para que la concurrencia del siglo XVIII no fuera vista desde el exterior. Y en esta clase cae un pub al que dí en una visita a Londres en 2013. Ubicado sobre Bayswater Road, el Black Lion es un ícono desde 1704. Al márgen de la amable tripulación (italianos y españoles cuando estuve) guardaba un pasado ilustre: cuando las islas estuvieron amenazadas de ser invadidas por Napoleón, el local funcionó como centro de reclutamiento para los Paddington Volunteers, como atestigua todavía una placa en su fachada, aunque yerra con las fechas.
El caso es que llegado a Londres hace unos días, no me alcanzaron las patas para ir a sentarme en las mesas altas del pub para saborear una winter ale. Sorpresa fue encontrar al bar cerrado, La esperanza de que el cierre fuera para reformas aprovechando el invierno duró poco. Al día siguiente el frente apareció tapiado con chapas. La intriga duró lo que un googleo: el venerable establecimiento fue vendido hace poco al precio récord de 27 millones de libras a un grupo inversor que está consolidando las propiedades de la manzana para dar lugar a un emprendimiento inmobiliario de apenas 500 millones de libras.
La dinámica de crecimiento de Londres en estos años es impresionante. La zona del Southwark y Leadenhall se ha convertido en la nueva "city" y las obras en construcción se multiplican por el centro de la ciudad. Caen sobre todo los edificios grises y anodinos de los sesenta y setenta, pero el martillo neumático y la tijera hidráulica de demolición no se apiadan de edificios eduardianos, victorianos, ni nada. A meno que el edificio esté "listed", lo que aparentemente se limita a edificios de valor significativo en lo histórico o de tangible valor arquitectónico.
La ciudad argentina, gracias a los preservadores a ultranza corre peligro de transformarse en una estructura de recuerdos. En la memoria de un pasado irrecuperable. Y tiene lógica: coincide con el espíritu decadentista que nos domina. Para muchos, nada fue mejor que los revolucionarios setentas, para otros los desarrollistas sesentas, para otros tantos el desarrollo argentino se detuvo en los idolatrados y peronistas cincuentas. Y para muchos todavía, la Argentina perdió su tren en los añorados años ochenta. Del siglo XIX.
Las ciudades, como las sociedades deben saber demoler lo antiguo para dar lugar a lo nuevo. Ojalá, acá supieramos hacer uso de una buena demolición. Y, sobre las ruinas, saber brindar por el futuro con una ale. O mejor aún, con una lager bien fría.
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12 comentarios:
BB, me mataste de nostalgia... Estuve dos veces en fechas diferentes en ese pub, y me deleité con uno de esos típicos desayunos ingleses "hipograsos". Me encantó el lugar, tengo retratada esa placa, y también advertí que la fecha estaba errada.
Una pena si desaparece. Bayswater Road es un lugar con una vida notable, y muy cosmopolita. Hay restaurantes de la nacionalidad que se te ocurra.
El pub está frente a Kensington Gardens, si mal no recuerdo, y toda esa zona cerca de Notting Hill.Muy bueno el recuerdo.
No se porque leyendo este enjundioso artículo me asalta la sospecha de que si las autoridades londinenses hubiesen impedido la demolición del Blac Lion con la justificación de su antiguedad y pertenencia histórica por ejemplo,o incluso por respeto a la simple tradición urbana,la conclusión del mismo hubiese sido diametralmente opuesta.
Gringoviejo
Padre Tereso, o Gringoviejo sepa que no. Lea mi otro post sobre la cuestión o si tiene aguante véngase a escuchar mis clases sobre la manía de creer que todo lo viejo es valioso.
Rubén está en lo cierto: no todo lo viejo es valioso. Y para muestra basta un botón: el adefesio (porque llamarlo edificio es un insulto) de varios pisos que está sobre la porteña avenida Nueve de Julio.
Andrés
Es lo que hicimos acá , demolimos un pais , nos olvidamos del pasado y lo reemplazamos por esto que estamos padeciendo ¿y por que no , acaso nuestra manera de pensar y sentir no era antigua , apolillada , obsoleta ?Los K son los " desarrolladores inmobiliarios " de la politica y se encargaron de demolernos por algo mas rentable al igual que ese centenario pub .
BB, como bien sabés vos que sos especialista en el tema, en Argentina los criterios para decretar la "conservación o preservación de un edificio de valor histórico" adolece de falta de criterio ya que obedece a impulsos de vecinos bien intencionados o a movidas políticas.
Los españoles, en cambio, han establecido toda una serie de criterios que son examinados por comisiones de expertos reconocidos de diversas disciplinas integradas por arquitectos, historiadores, arquitectos urbanistas que conocen los planes de planeamiento urbano de la ciudad, etc., y así muchas veces determinan que solamente se debe conservar el frente de un edificio y puede remodelarse el interior. En otros casos, por su valor arquitectónico e histórico se preserva el edificio entero.
A mí me encanta la combinación de antiguo y ultramoderno que luce Londres, por ejemplo, en el Canary Ward o el extraordinario The Shard (La Esquirla) de Renzo Piano en la zona de London Bridge.
Pero es cuestión de gustos, por supuesto. Lo único que sé es que las ciudades están vivas y van cambiando y, para mí, Londres va cambiando de una manera espectacular.
En cuanto a la nostalgia del pub, confieso que como no tomo alcohol no lo siento mucho, pero un pub con gatos viejos no es un pub de los que me gustan. Los gatos tienen que ser jóvenes no mayores de 35 años...
Canary Wharf, quise escribir.
Raúl, tal cual. Al ladito de Queensway, frente a Kensigton Gardens, y de camino a Notting Hill.
Anónimo de la 1.25 relea el post. Y acá no demolimos ningún país. Reusamos todos los trucos, trampas, aprietes, chicanas y vicios que se vienen usando desde 1853. El pa´´is que usted cree que se demolió en realidad nunca llegó a construirse.
Enmascarado, en la barra del Black Lion bien se podía tomar una coca.
Y ni que hablar en el simpático patio que tenía, con mesitas largas al aire libre.
Coincido con lo de los gatitos jóvenes, por otra parte.
Es lo que me gusta de Londres, todo está vivo, lo nuevo y lo viejo. Por oposicion a Paris, donde lo muerto parece ser bastante mas importante. El dolor del ya no ser.
Sobre la metamorfosis de los viejos pubs es muy graciosa la pelicula The World's End.
Dejá de joder, de que nostalgia hablás?En Argentina y especialmente en la CABA se está demoliendo de todo, cualquier cosa, con tal de amortizar el terreno y hacer torresitas estandarizadas, baratas, de duplex, monoambiente, o para hacer horribles edificios de oficinas.
No tengo idea que sucederá en Londres, pero lo que se está haciendo ultimamente en la bendita Buenos Aires es, lisa y llanamente, barbarie.
Progreso? Tirar abajo un petit hotel de inicios del siglo XX para hacer un edificio de departamentitos, y que pequeños burgueses sin gusto, ni cultura, cumplan su sueño de tener una rentita mensual... me parece que es una noción de progreso bastante discutible.
BSAS se está transformando en una ciudad genérica, simple, anodina.
Las metáforas organicistas de la ciudad llevan implícita una estética de la fealdad.
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