El efecto Idi Amin

Idi Amin fue presidente de facto de Uganda por ocho años, en los que recurrió a cualquier medio para conservar el poder, mientras dilapidaba los escasos recursos públicos para mantener lujos excéntricos y caprichos delirantes. Aunque su llegada al poder fue violenta y para consolidase emprendió una campaña de terror las atrocidades de su régimen inicialmente pasaron desapercibidas -total, es África- y a pesar de la corrupción, el nepotismo y las permanentes violaciones a los derechos humanos, Uganda integró la comisión de DDHH de la ONU y el propio Amín fue secretario de la Organización para la Unidad Africana.  

Hasta que en cierto momento, los delirios del tipo lo pusieron en el foco mundial y la opinión pública comenzó a verlo no como un loco lindo sino como un asesino delirante. El que se había proclamado Honorable Presidente Vitalicio, Mariscal Doctor, Señor de Todas las Bestias de la Tierra y los Peces del Mar, Conquistador del Imperio Británico en el África en General y en Uganda en Particular, dejó de ser un personaje excéntrico que merecía ser retratado en Saturday Night Live para ser un peligro para la región. Cuando al producirse el episodio de Entebbe Amin -que había hecho algún guiño de amistad a Israel- se mostró complaciente con la OLP primero y repudió el rescate armado después, terminó de definir que su amistad con Khaddafi no era sólo de palabra. Hiciera lo que hiciera, de aquí en mas, el bufón se había desdibujado y sería visto como el peligroso delirante que era. 

A la VE creo que se le está repitiendo la historia. Durante mucho tiempo fue un personaje excéntrico, la estúpida que reclamaba las Malvinas por los diarios, la que pedía reformar el sistema financiero mundial después de que su país incurriera en el mayor default de la historia. La tontita que llegaba tarde a las cumbres y vestida como para atorrantear en una noche vietnamita. A nadie le importaba mucho, total es Sudamérica. Pero de golpe, logró que el reflector del mundo se posara en ella, la alumbrara, y mostrara que las estupideces eran sólo un velo trivial para tapar la perfidia, la violación de las instituciones democráticas, y quizás -por ahora quizás- la complicidad con el terrorismo internacional.

Y como Idi Amín, no importa lo que haga de ahora en más, nunca va a volver a ser la estúpida simpática de antes.  Dicen que para el miércoles se espera una inusitada cantidad de periodistas extranjeros. El aspirante al Reino de Escocia no hubiera merecido menos. 

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