Desde que una nota de La Nación hizo explotar el escándalo del tráfico de droga a través del Aeropuerto de Ezeiza (apropiadamente bautizado drogaducto) la actitud del gobierno argentino pasó del habitual yo no sé, pregúntenle a la aerolínea, para después descabezar a la fuerza aérea como justificación de la inacción oficial.
Hoy el Néstor cambió la estrategia, y salió a lavarse las manos en el asunto, en un giro que lo lleva al principio de la historia: La culpa es de Southern Winds, y nadie más y el ha sido el que “destapó la olla”. El estado no tiene nada que ver en el asunto ni nada lo relaciona con la compañía. Pero la verdad es que SW vuela con la marca de la aerolínea virtual LAFSA, explota sus rutas y recibe siete millones mensuales como subsidio de combustible, por este servicio.
Por mas que el Néstor se haga el otario el estado es el sostén económico de SW, y ésta es la excusa para que con los ex empleados de Dinar y LAPA se mantengan 800 planes trabajar de lujo.
Por más que mire para otro lado las valijas pasaron hace cinco meses, cuando él llevaba ya un año y medio de gestión, por lo que es inútil que le eche la culpa a los que lo precedieron. Aunque se diga el gran descubridor del asunto, se enteró del lío por los diarios. Hasta la policía lo pasó como alambre caído.
En su estolidez municipal, el Néstor cree que con que los aviones no tengan la matrícula a nombre del Estado alcanza. Como contraposición se me ocurre pensar en aquello de la culpa in vigilando, por lo menos, ya que nada se ha ampliado sobre los misteriosos calcos que tenían las valijas perdidas.
Sucede que este presidente sólo sabe hablar en lenguaje de campaña, sólo sabe prometer, acusar y amenazar. Cuando deben mostrar que saben gestionar sólo ofrecen un enorme vacío, y le queda sólo la respuesta de la desfachatez y el engaño.
1 comentario:
Rubén, perdoname, pero esto es lo que queremos! tal vez sea por tradición histórica, pero nos encantan los espejitos de colores, nos deslumbran los fuegos de artificio, las declaraciones rimbombantes, como decía el imitador de Alfonsín en Radio 10: "basta de realidades, queremos promesas".
Mi abuela era una fanática de Alfonsín, siempre me decía, aún en prena hiper, que le parecía un político de primer mundo, fijate como habla, sin leer los discursos. Aborrecía a Menem, porque apenas podía hablar, y encima era negro y petiso, del interior y turco...
Esto de la realidad no es para nosotros, papi, a mi dejame el mundo del realismo mágico latinoamericano...
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