Nací prácticamente al lado de una estación de Shell. Vi todos los cambios que experimentó, era uno delos "negocios de barrio", donde de chico inflaba la bici, buscaba cambio, compraba pilas... Tengo hasta un vago recuerdo de esa estación cuando no se usaba techarlas, todavía con piso de tierra. Vi todas las modificaciones, todas las reformas, desde aquella estación casi prehistórica, que atendían sus dueños (Aguirre y Sunsunegui) hasta que la tomó para operar la propia Shell y la convirtió en una de las bocas con mayores ventas del país.
Un día, allá por 1974 y a pesar que las instalaciones acababan de ser remodeladas, de golpe y raja el rojo y amarillo típico apareció pintado de blanco. Los logos de Shell desaparecieron de un día para el otro, reemplazados por los colores de la estatal YPF. El país había dado un salto adelante en la construcción de la Argentina Potencia: se habían nacionalizado las bocas de expendio.
El cambio de colores no solucionó el drama de la época: las mangueras cruzadas de "no hay nafta" cada vez que se venía un salto de precios, ni las colas históricas que se producían cuando la gente buscaba ahorrarse unos pesitos haciendo la diferencia antes que se anunciara el aumento de cada viernes. Shell Sobrevivió, y en el 76 o 77 la estación volvió a lucir los colores de la empresa, para esa época un accidente la unió más a la historia familiar.
En el 82 llegó la guerra de Malvinas. Shell, inglesa en el imaginario popular, se convirtió en el enemigo público número dos, después de la flota y junto al Banco de Londres. Igual que ahora se propusieron bloqueos, actos de repudio y abstenciones de compra. Shell sobrevivió.
En los años de Álfonsín, el paisaje de las colas cambió: ya no las veía como vecino, las sufría como usuario. Entonces arreglaba con los playeros para cargar a la madrugada, cuando las colas se hacían mas cortas. Shell, igual, sobrevivió.
En los noventa llegó la desregulación, la modernización, el autoservicio, el bar... se acabaron las colas, los boicots, y los cambiamos por promociones de Ferrari, collecciones de autos, bolsos, remeras y después, pelotas de rugby para mi hijo. Yo me mudé, deje de ser el vecino, pero seguí siendo cliente de la misma estación, donde conocí a tantos buenos empleados: Tito, el Chino, Alberto. Todos -hoy abuelos- siguen trabajando con Shell. En el barrio la estación dejó de ser "la estación" a secas y pasó a ser un punto de encuentro, el bar de la esquina. Una institución.
Debe haber mucha gente que como yo se siente ligada a "la Shell", con cerca de mil estaciones, debe haber mucha gente, en todo el país que no piensa lo mismo que el Néstor.
América Latina representa apenas el 8% del movimiento de Shell /Royal Dutch. Argentina sólo una fraccion de ese porcentaje. El grupo opera en 145 países. Está en el país desde 1914, cuando gobernaba Roque Saénz Peña , así que ha visto correr mucha agua bajo el puente.
Aún así podría ser que el Néstor se salga con la suya y consiga que Enarsa/PDVSA se queden con la red de distribución de Shell. Shell lo va a sobrevivir, pero el Nestitor quedaría con un baldón dificil de quitar: haber presionado a una multinacional a ceder sus actividades en el país. Y debería saber que aunque Shell Argentina significa hoy una porción menor del negocio petrolero en el país, no hay enemigo pequeño.
argenblogs
1 comentario:
Muy buen post Rubén.
Yo, que también nací tan cerca de esta estación que tan bien recordás, me sumo a tu homenaje.
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