4 de mayo de 2005

Los libros del Señor K

Durante los años de la presidencia Menem la industria dellibro argentina se hizo su agosto con montones de títulos de "perodismo de investigación" dedicados a sacar trapitos al sol de la intimidad del poder. Paradigmático de ésta línea editorial fue Robo para la Corona de Horacio Verbitsky (hoy apuntador en la sombra de políticas públicas); o Don Alfredo que el hoy diputado oficialista Bonasso escribió sobre Yabrán y el poder; pero también hay que recordar El Otro que Lopez Echagúe le dedicó a Duhalde, o Menem, la vida privada de Olga Wornat o la saga livianita de Luis Majul con Los Dueños de la Argentina I y II.
Hoy ese afán ventilador parece haberse sofocado. Es obvio que ni Verbitsky ni Bonasso van a salir a difamar a su creatura. López Echagüe parece que viajó al exterior desde el encumbramiento presidencial de Duhalde. Olga Wornat está en México, haciendo con Fox el mismo trabajo que hizo con Menem. Majul camina en su cornisa.
El único libro que se escribió con tono crítico respecto al Néstor es El Amo del Feudo, que data de sus tiempos de gobernador aparentemente ha sido retirado de circulación aunque su texto -bastante pobre, por cierto- puede leerse en internet.
Por el contrario el Nestítor parece coleccionar nada más que libelos laudatorios, como el infame texto infantil del Pingüinito Neki que algun obsecuente perpetró el año pasado. En la misma línea ahora acaba de aparecer una porquería titulada Elige tu propia Argentina cuya autoría se atribuye Nicolás Trotta (el líder de los Jóvenes K).
El libro está armado de manera que le permite al lector (supuestamente un adolescente) que juege al rol de ministro y tome decisiones para "construir un modelo de país". Si elige de la manera que el autor pretende es "buena" llega a un final nacional, popular y bolivariano. Si elige las opciones del "mal" termina ordenando la represión de manifestaciones populares y evacuando la casa de gobierno en helicóptero. Al márgen de que el Jóven K Trotta sobreestima la capacidad de decisión de un ministro, hace algo más peligroso que es proponer discutir qué país quieren los jóvenes.
Esa discusión ya se hizo, y costó miles, decenas de miles de muertos. Se discutió entre 1810 y 1852, y la discusión se zanjó con la Constitución de 1853.
Probablemente el Jóven Trotta, y probablemente su jefe el Néstor no conozcan ese libro.

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