24 de agosto de 2005

La parábola de la Isla Huemul

En 1945 los norteamericanos abrieron súbitamente la Era Nuclear. En el 49 los rusos detonaron su RDS convirtiendo a los tenedores de la bomba en superpotencias nucleares. La Nueva Argentina, del General Perón no podía estar aparte. Pero no por la vía del esfuerzo y la investigación como USA o la URSS. El General eligió el camino de la fantasía, y le dio la dirección del proyecto (y una chequera en blanco) al ignoto Ronald Richter, que construyó un complejo nuclear en la Isla Huemul. Enel 51 anunció orgullosamente haber logrado "reacciones termonucleares bajo condiciones de control en escala técnica". Fusión nuclear justicialista para orgullo de los descamisados.
La ilusión duró un año. En el 52 una comisión tecnica dictaminó que todo era un fiasco, en el que se habían dilapidado 300 millones de dólares (de la época!).

Sin embargo la lección no fue aprendida. Si existe un camino X para ir de A a B, los gobiernos argentinos van a querer improvisar un camino J, cuanto mas delirante mejor. Si hay normas instituídas para cualquier procedimiento, vamos a encontrar un genio loco que nos asegure que las normas no son para nosotros, que lo mejor es violarlas y cortarse solo.
Hoy el Richter de turno se llama Joseph Stiglitz. La Isla Huemul se llama Consenso de Buenos Aires. Hay que ver cuánto perdemos ésta vuelta.
(Luis dice lo suyo)

3 comentarios:

Louis Cyphre dijo...

Dato de color: loss rusos tuvieron una ayuda considerable al hacerse de los diseños de las bombas de EEUU por espionaje.

La bomba de Perón, de chico mi viejo me contaba la anecdota. Es tal la fuerza del estatismo nacionalista en Argentina que mucha gente sigue sosteniendo que ese el el camino.

Anónimo dijo...

Que grande Perón: Tenemos el Puuulquiiii!!
Tenemos la atoooomica!

Y no teníamos un carajo

Sine Metu dijo...

Y si la hubiéramos tenido, hoy Bariloche sería un inmenso cráter.