En 1996 vio la luz el plan para la radarización del espacio aéreo argentino, que luego se adjudicó en licitación pública al consorcio Northop Grumman/Alenia.
Cuando la justicia frenó el proceso licitatorio no sólo ahondó la imagen de falta de confiabilidad del país sino que consolidó una situación inadmisible: la ausencia de control sobre más del 90% del espacio aéreo del páis.
Kirchner, al encontrarse con la presión norteamericana sobre el tema escapó para adelante, encargando por contratación directa y adjudicando por decreto el desarrollo de algunos equipos a la empresa INVAP, los que no van a estar disponibles sino hasta 2009, y siendo que esta empresa dedicada a la tecnología nuclear no se dedicaba (hasta ahora) a radares y que tampoco se le encargaron la totlidad de los equipos previstos. Mientras tanto, y como lo mostraron los debates que se alzaron por la Cumbre de las Américas, el país sigue sin política de derribos, aunque el espacio aéreo es perforado permenentemente por vuelos con contrabando y drogas. (ver "El cielo puede esperar" en julio de éste año).
Sucede que hasta hace unos meses, la preocupación era por lo que sucedía en la provincias del noroeste del país, especialmente Misiones y Formosa. Pero, como es lógico, como nada detiene a los vuelos ilegales, ahora ya llegan hasta el norte de Santa Fe.
Evidentemente el espacio aéreo es ya un área sin ley. Y las áreas sin ley son uno de los síntomas que marcan la aparición de los estados fallidos.
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