Desde el día cero de su presidencia, el Néstor viene dando bandazos en su sueño de tener su nueva empresa petrolera estatal. Claro, intentó mediante la creación de Enfarsa Enarsa, una cáscara vacía que aunque tiene -obviamente- pilas de funcionarios, empezando por Aldo Ferrer, el ex ministro de Lanusse y Levingston, no tiene más que una estación de servicio.
Enarsa, es el producto de una "asociación estratégica" con PDVSA, que buscaba hacerse rápidamente de una red de estaciones de servicio, tal vez para justificar nuevas vistas de Chávez, que estuvo presente para inaugurar el primer surtidor bolivariano.
Corrió entonces la bola de que Shell se iba de la Argentina, y que le vendería todas las estaciones a la petrolera K. En medios especializados se lo llegó a dar como un hecho. Hasta que Shell informó que a pesar de los vaivenes del país, pensaba seguir operando, y no se iba. Y menos que menos, para venderle sus operaciones a Enarsa-PDVSA.
No pasó mucho tiempo hasta que desde el poder, el Néstor la arremetiera contra la empresa holandesa, acusandola de querer dar un golpe económico son la suba de los combustibles, llamando a boicotear sus productos y movilizando los piqueteros oficialistas a bloquear sus estaciones.
Ahora el nuevo rumor es que la que se va es YPF, y que Repsol le vendería todos sus activos en el país a un grupo conformado por Enarsa y PDVSA, más Petrobrás, más el gobierno boliviano (¿?).
No duró en el aire más que un día, y lo desmintió el propio presidente de Repsol, Antonio Brufau.
Así, que a prepararse, porque seguro que la semana que viene se anuncia el boicot y el piquetazo contra el objeto del deseo oficial.
1 comentario:
Perdón, se sabía que esto iba a pasar. Creo que nadie se puede sorprender. La inversión en exploración y explotación de petróleo y otros recursos era de altísimo riesgo en la Argentina previa a la desregulación y retiro del estado de los sectores que se llevó a cabo en los 90. El país era importador neto de combustibles hasta que se avanzó con estos temas.
Con la vuelta del estatismo, y con precios que no cubren ni siquiera los costos de producción, las empresas suspendieron toda nueva inversión en exploración y explotación. Sabemos perfectamente que seguimos viviendo de lo que se invirtió en los 90 y que nos estamos comiendo el capital. Si no hay cambios sustanciales en estas áreas, cuando se termine, volveremos a una situación similar a la de los 80.
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