Laberinto boliviano

Para la prensa mundial, que sólo se fija en países como Bolivia cuando estalla la violencia en las calles, o linchan a algún alcalde, todo está en orden en el altiplano. Ganó Morales, se cumple el sueño de los desposeídos y expoliados desde la época colonial, se luce con una bonita chompa, el petroleo vuelve al pueblo y patatín, patatán.
Incluso aquí en la Argentina, donde compartimos fronteras, y donde muchos bolivianos vienen a trabajar y a radicarse, Bolivia suena como un mundo lejano. Para la prensa, ellos son así y punto.
Nadie se detiene en el detalle de que si hay en América del Sur tres países verdaderamente hermanos, que comparten parte de su ADN político, esos son Argentina, Uruguay y Bolivia, desprendimientos de Virrenato del Río de la Plata, y todos con un pasado común de luchas por la independencia y por la organización política.

El caso es que, con Morales al mando, parece que todo está OK. Sin embargo mas allá de lo que se ve a simple vista, hay amenazas múltiples para la tranquilidad, principalmente porque Bolivia no encuentra un proyecto común que encauce su futuro. En eso también se ve que Argentina comparte el ADN.
Morales, que llegó prometiendo la refundación del Estado, quiere en realidad la fundación de SU Estado. Ya ha anunciado que piensa presentar candidatos "moralistas" bajo la bandera del MAS y con un partido comodín, de manera de quedarse con la mayoría y la minoría. Una maniobra que sólo en la Argentina un presidente podría anunciar a voz en cuello.
El presidente que conformó su gabinete con una escuadra de sus acólitos más célebres no reparó en desatinos. Una ex mucama, sin títulos universitarios es Ministra de Justicia. A las críticas por su falta de preparación -ya que obviamente no es abogada- Morales responde que las críticas son por "racismo y sectarismo"; la misma respuesta que da cuando se critica a su canciller Choquehuanca, de quien ya se ha argumentado su completa incapacidad para el cargo.

El tema de las autonomías es una piedra en el zapato (o de la usuta) de Morales. Uno de los motores de las protestas de 2005, es impulsado por los departamentos más ricos y productivos, hartos de cederle recursos al gobierno central. Pero, siendo que ahóra él es el gobierno central, ha recortado las pequeñas libertades autonómicas, y su partido ha cuestionado severamente que las autoridades de las provincias se elijan por voto directo.
El último episodio para observar fue la autoproclamación del "décimo departamento"; un movimiento de cinco provincias del chaco boliviano que quieren convertirse en un nuevo departamento, y que es mirado con desconfianza especialmente en Santa Cruz, y obviamente por los políticos de La Paz que leen el asunto como una amenaza a la integridad territorial.
El futuro boliviano no parece fácil, y menos en manos de un presidente que parece encerrado en una utopía añeja más que atento a la realidad.