El miedo como herramienta de poder no es nuevo en la Argentina. Al contrario, está presente desde mayo de 1810 de una forma u otra, y han sido pocos los gobiernos que lo guardaron en un desván, hasta que otro lo sacó a relucir para volver a marcar la cancha y poner en caja a los opositores, lo que piensan distinto o simplemente para convencer a los débiles.
No hace falta pensar en un daño físico para generar miedo. Aunque muchas veces esa fue la herramienta oficial para someter a los díscolos, desde la Mazorca, a los atentados terroristas de los "jóvenes idealistas".
Por definición, el miedo es una perturbación del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Y éste gobierno ha logrado meter miedo a los que no tienen el poder. Esto ya no es un rumor, un chisme ni la versión de un blog. Llegamos a una instancia en que dentro del oficialismo se reconoce que los que disienten con el pingüino se callan por temor a las represalias.
No hay nada peor que el miedo. Pretenden complacencia y sumisión.
Hace falta hablar, opinar.
Si no, despues no nos quejemos.
1 comentario:
Las amenazas, la violencia verbal, dan paso siempre a la violencia física. Después se vuelve imparable, y genera una reacción.
Eso
ya se está viendo en Venezuela.
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