De todas las cosas que se han vulnerado desde el gobierno central en tres años de gestión Kirchner, probablemente lo más grave sea el avasallamiento de los últimos restos de estructura federal.
A fuerza de concentrar los recursos en el gobierno federal, y disponiendo desde el Ejecutivo hasta los gastos más triviales -que deberían ser administrados no ya por las provincias, sino incluso por los municipios- el país ha visto el surgimineto de un sistema análogo al que regía en el país antes de la batalla de Caseros.
El cambio es que no hay mazorcas que lleven los mensajes a los bgobernadores del interior a punta de tacuara, basta el billetazo, el manejo de presupuesto, para alinear de la vereda del gobierno al dirigente más díscolo.
Al gobierno no le interesa que se gobierne bien, ni le preocupa que se gobierne mal. Lo único que quiere es sumisión.
El ejemplo más patético es el de los Radicales K, (o radicales Cash, como los llamó Marcelo Longobardi). Gobernadores e intendentes que a fuerza de disfrutar los recursos que maneja el gobierno, renuncian a los jirones de lo que fue un partido opositor, y se ponen la camiseta del Néstor.
Un modelo de esta conversión es el gobernador de Tucumán, que al calor de la platita oficial abandonó la UCR para convertirse en el paradigma del Gobernador K. Mientras tanto, mantiene los peores indicadores de la República, a pesar del crecimiento económico de la provincia. Un espejo que adelanta lo que va a ser la Argentina Post Kirchner.
1 comentario:
Viví algunos años en Tucumán, y allí aprendí que un "paisito" con todo para florecer económicamente está convertido en un desastre por obra y gracia de políticos ineptos, que hacen nada para crear riqueza. En ese sentido la provincia es una muestra, en chiquito, del desastre argentino.
Daniel F. - Córdoba
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